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miércoles, 29 de octubre de 2008

Gunung Mulu National Park


Esta vez sí que hace tiempo que no escribo... a ver si consigo ponerme al día.

Esta entrada os la empiezo a contar desde el hostal en Kuching, aunque sé que la terminaré en Kuala Lumpur. Hoy es el último día antes de dejar Borneo tras un viaje lleno de improvisación en el que las 4 semanas previstas se han convertido en 7 y en las que he pasado tres veces por Sabah y otras tres por Sarawak. Aquí hay tantas cosas que ver... Borneo es la cuarta isla más grande del mundo (sólo por detrás de Australia, Groenlandia y Nueva Guinea), yo sólo he estado en la parte de Malasia y os aseguro que podría estar aquí un año haciendo fotos sin parar y me quedaría corto... impresionante.

Hoy os voy a contar cómo me ha ido en el Parque Nacional de Gunung Mulu. Este parque es uno de los dos Parques de Malasia protegidos por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad. El otro es el Parque Nacional Kinabalu, aunque ya os conté algo en la última entrada, el plato fuerte lo dejamos para otro día. Estos dos parques se merecen una entrada a parte, así que vamos allá.

Durante este tiempo he pasado dos veces por el Parque Gunung Mulu, la primera de ellas fue con Zuzana y con Tomáš (leáse como Tomash, el final parecido a cuando haces callar a alguien, pero en corto, claro). Ante la preocupación general, tranquilidad, su pié se recuperó bastante rápido, no hicimos ninguna ruta difícil y pudo andar con nosotros con bastante normalidad. A estas alturas su pié derecho está perfectamente. Pero bueno, vamos al grano.

El sábado por la mañana nos montamos en uno de esos aviones con hélices que vuelan por encima de la selva, porque para llegar a Mulu o llegas así o tienes que coger autobús y barco, y sabe Dios lo que se tarda en llegar (además seguro que es más caro que el avión). Después de un viaje de media hora adentrándonos en Borneo aterrizamos en un pequeño aeropuerto y nos vamos al parque dispuestos a pasar allí el fin de semana.

Cuando llegas al parque, lo primero que haces es ir a la oficina y planeas tu estancia allí decidiendo lo que vas a visitar. Uno de los principales atractivos del parque son "Los pináculos", unas formaciones rocosas en forma de aguja que sobresalen por encima de las copas de los árboles. Teníamos muchas ganas de ver los pináculos, pero para llegar hasta el mirador hacen falta tres días y dos noches y no disponemos de tanto tiempo... vaya, otra vez será. Tras coger una habitación nos damos un paseo para tener un primer contacto y para ver qué tal está el pié de Tomáš. Todo bien, Tomáš puede andar casi con normalidad y nos vamos haciendo al calor, la humedad, la vegetación...


...y aunque el Parque Gunung Mulu no es el mejor sitio para ver animales (de hecho es bastante difícil ver algo realmente interesante), nos encontramos con algunos pequeños animales como alguna hormiguita o algún lagarto.



El otro gran atractivo de este parque son sus cuevas, para eso sí que tenemos tiempo. La red de cuevas de Mulu tiene más de 300 Km explorados (más lo que queda por descubrir) y la espeleología es una de las actividades que atraen aficionados al parque. Entre sus tesoros escondidos se encuantra la cámara subterránea más grande del mundo, se llama "Sarawak Chamber" y en ella cabrían hasta 20 campos de fútbol o 10 aviones jumbo en línea. Esta cueva no está dentro de los itinerarios habituales sino en los de espeleología, y para visitarla hay que estar federado, demostrar que tienes un nivel mínimo en espeleología o haber hecho algún otro recorrido en Mulu y que el personal del parque certifique que estás preparado para ello. Aún así, si os gustan las cuevas no os vais a ir de aquí defraudados.

Esa misma tarde nos apuntamos a la visita guiada a Langs Cave y Deer Cave. Langs Cave es una pequeña cueva con interesantes formaciones de estalactitas y estalagmitas, está bien y sirve para abrir boca antes de la visita a Deer Cave. Desde Langs Cave se va directamente a la entrada de Deer Cave (están prácticamente al lado). Deer Cave es el pasaje más grande del mundo, es decir, se puede entrar por un lado y salir por el otro, pero la visita se hace entrando y saliendo por el mismo sitio y las dimensiones de la cueva la verdad es que son considerables.


Pero no solo eso, la "cueva del ciervo" es el hogar de más de dos millones de murciélagos, son esas manchitas que se ven en la parte de arriba de la foto. Todos los días, al atardecer, los miles de murciélagos de Deer Cave salen en busca de comida formando ráfagas interminables. Cerca de la entrada hay un punto de observación desde el que te puedes sentar a observar el espectáculo.


La vuelta a las habitaciones se hace cuando cae la noche por un camino iluminado. Una de las cosas que más rabia me da es no haber tenido una grabadora para que podáis escuchar los sonidos de la noche en Gunung Mulu. Una pena, vais a tener que ir vosotros mismos para escucharlos porque es increíble la variedad de sonidos que hay en la selva.

A la mañana siguiente hicimos el Canopy Walk del parque, que con 480 metros de longitud es el más largo del mundo, y antes de coger el avión de vuelta a Miri nos dimos un último paseo por el parque y otro al aeropuerto, que no está tan lejos.

Una de las cosas que pregunté en las oficinas del parque es acerca del famoso permiso para hacer fotos. Bueno, pues en Gunung Mulu es necesario permiso para fotógrafos profesionales, especialmente imprescindible para llevar el trípode a las cuevas porque si no está estrictamente prohibido. Así que me dijeron que lo solicitara al director de los parques del departamento forestal de Sarawak en Kuching.

Desde Mulu Zuzana y Tomáš se marcharon a Kuala Lumpur y yo empecé mi aventura en solitario por Borneo con dirección a Kuching. Allí, además de algunas actividades que ya os contaré, hablé con el director de los parques que me dijo que no tenía tiempo para solicitar el permiso porque lleva más de un mes conseguirlo. Así que me dijo que no puedo usar el trípode en las cuevas pero que viniendo de tan lejos me autorizaba a hacer fotos en el parque y me dió su móvil por si alguien ponía pegas, para que le llamaran y él les explicaría que tengo permiso.

Dos semanas más tarde Javi vuelve al Parque Gunung Mulu, principalmente para subir a los pináculos y hacer la foto imprescindible si quiero escribir algún artículo sobre el parque. Para ver los pináculos hay que coger un bote durante una media hora y luego hacer una ruta por la selva de casi nueve kilómetros hasta un lugar llamado Campamento 5. Allí se hace noche y al día siguiente se sube al mirador y se vuelve a bajar al Campamento 5. Y al día siguiente se suele volver por el mismo camino hasta las oficinas del parque o hacer algún otro camino desde el Campamento 5.

Nada más llegar al parque encuentro un chico, Casius, y una chica, Alison, con los que compartir grupo para ir a los pináculos. Porque claro, el bote río arriba hay que pagarlo, además para subir al mirador es obligatorio ir con guía y también hay que pagarlo. Una hora más tarde nos montamos en el bote con lo imprescindible en las mochilas rumbo al Campamento 5.

El paseo en bote no es el primero que hago a estas alturas, pero me encanta disfrutar de la selva desde una de esas canoas largas y estrechas en las que vas sentado en fila. Y luego el camino hasta el Campamento 5 no es muy complicado y lo hacemos sin dificultad.


Esa tarde, antes de irnos a la cama, tenemos una charla con el guía, la charla que cada guía tiene con su grupo antes de subir a los pináculos. Entre otras cosas, el guía nos explica que hay un punto con una roca llamada el minipináculo a la que si no se llega en una hora se considera que se va demasiado lento. También nos explica que en la parte final hay una zona de cuerdas y escaleras y que si no se llega allí antes de la 1 no se permite seguir porque no daría tiempo a volver al campamento 5 antes de la noche. Por último nos dice lo que hay que llevar en la mochila: comida, barritas energéticas o similares, una linterna por si se hace tarde, chubasquero y lo más importante, agua, tres litros de agua por persona; nos dice que depende de cada uno, pero que lo recomendado es tres litros cada uno… él nos dijo que lleva medio litro porque está acostumbrado. Yo, como la verdad es que llevo bastante bien el no beber y ya tenía los casi 5 kilos del equipo, la linterna y la comida, decidí llevar una botella de litro y medio.

Al día siguiente nos levantamos para desayunar bien y salir a las 6 y media de la mañana. Los pináculos es una ruta de sólo 2,4 kilómetros pero en los que se sube un desnivel de 1.100 metros por un camino lleno de piedras puntiagudas y raices en el que apenas hay tramos horizontales ni sitio para pisar plano. Como os lo explicaría… imagino que todo influye, que hace casi cuatro años que no corro y ya no estoy tan en forma, que empezamos un poco rápido… pero el caso es que subir a los pináculos es la ruta que más me ha costado en mi vida, pero con mucha diferencia. No me la esperaba tan dura.

A mí me gusta bastante ir a andar a la montaña y aunque no voy muy a menudo, ni mucho menos, algo he hecho. Me he hecho el Cañón del Colorado con la mochila encima cargada con un par de garrafas de agua y la tienda, las últimas veces que me he dado un paseo por la montaña lo he llevado bastante bien... además me he corrido un maratón, que físicamente es bastante exigente… después de estas cosas uno piensa que con algo de esfuerzo puedes afrontar casi cualquier cosa, pero ahora sé que no es así. Os aseguro que antes de llegar al minipináculo pensé varias veces que no lo conseguiría. Hacer una ruta exigente en la selva, con el calor y la humedad, es algo muy diferente a cualquier otro tipo de montaña. Se suda muchísimo, una barbaridad, la camiseta y los pantalones acabaron completamente empapados, y cuando digo empapados es literal, no húmedos, sino como si te tiraran un cubo de agua encima.

Después de parar en el minipináculo (que hicimos en algo menos de 45 minutos), descansar un poco y beber algo de agua veía las cosas un poco más claras; me iba a costar mucho pero yendo a mi ritmo y con paciencia sería cuestión de tiempo. Un poco más adelante Casius se dio cuenta que por error había cogido tres botellas en lugar de dos… siempre tendré la duda de si lo hizo a propósito porque yo sólo había cogido una, pero a mí me vino de maravilla. Me bebí medio litro de agua, Alison bebió otro poco y dejamos la botella en el camino para no cargar con ella y recogerla a la bajada. Hubiera podido hacerlo sólo con mi litro y medio, seguro, pero la botella de Casius fue como una bendición.

Así que después de cuatro horas de subida llegué (en último lugar de mi grupo) al mirador desde el que se ven los pináculos. Allí nos sentamos a descansar y disfrutamos de la comida, agua y las ardillas que salen de vez en cuando a ver que se dejan los locos que se atreven a subir hasta allí.


Cuando llegamos al mirador estaba nublado, y recordemos que mi mayor razón para subir hasta allí es la foto, si no como voy a escribir un artículo sobre Mulu sin tener una foto de los pináculos. Luego salió el sol y pude hacer alguna que otra foto, pero no con cielo azul, ya veremos. De todas forma en los pináculos no hay muchas opciones, hay un punto desde el que todos hacemos casi las mismas fotos, si pudieras estar allí al amanecer o al atardecer puede que se consiguiera algo mejor, pero bueno, por lo menos tengo la foto.

Casius, que había sido el primero en llegar arriba (junto con el guía), fue el primero en empezar la bajada, después se marchó Alison y yo me quedé a esperar por si salía el sol (el guía siempre baja con el último). La bajada es tan dura como la subida y suele tardarse lo mismo en bajar que en subir. Al no haber zonas planas vas constantemente pisando sobre las raices y piedras, así que tienes que tener mucho cuidado de no torcerte un tobillo. En la bajada nos juntamos con Alison y en otras cuatro horas estábamos en el Campamento 5. Por supuesto, Casius no había recogido su tercera botella pensando que a nosotros nos vendría mejor.

Lo primero que hice nada más llegar al Campamento 5 fue coger otra botella de agua e inmediatamente ir al río, quitarme las botas y los calcetines, y meter los piés en el río mientras hacía con la boca el sonido “sssssshhhhhhhh”. En ese momento vino Casius a ver como estaba y me dijo que si quería que me preparaba un té con mucha miel… mmmmmhhhmm… mieeeel… Es increíble como reacciona tu cuerpo ante el estímulo del azúcar cuando lo necesita. Que majete este Casius, al rato me trajo el té que disfruté con los pies en el agua como uno de los mejores tés de mi vida mientras contemplaba las vistas desde el Campamento 5 al atardecer.


Al día siguiente volvimos a madrugar para hacer los casi 9 kilómetros de vuelta hasta el río porque queríamos ver otras dos cuevas: Wind Cave y Clear Water Cave. Junto con las dos cuevas que había visitado con Zuzana y Tomáš, estas otras dos cuevas son las que forman el conjunto de 4 cuevas más visitadas en Gunung Mulu, así que a mí me vino muy bien.


Después de eso decidí que necesitaba un descanso, así que en los dos días que me quedaban en el parque hice alguna ruta suave buscando insectos y me fui a hacer fotos de la salida de los murciélagos desde dentro de la cueva en un punto en el que hay unas rocas que hacen un perfil con la cara de Abraham Lincoln.


Otra cosa que hice fue el paseo nocturno, muy interesante, en él se pueden ver insectos, arañas y algún otro animalito. Es impresionante como los guías, en medio de la noche, completamente a oscuras, de pronto giran la linterna y dicen: allí, un buho.


Hay un par de caminos más que me hubiera gustado hacer en Mulu, pero el tiempo es limitado así que con esto terminé mi visita al parque. Pero... ¿es esto todo lo que se puede hacer en Mulu?... pues no. Si de verdad te gustan las emociones fuertes y te apetece disfrutar del parque Gunung Mulu, hay algo más que puedes hacer. En malayo "gunung" significa "monte", así que el Parque nacional de Gunung Mulu es en realidad el Parque nacional del Monte Mulu. Hay una ruta que es el "Summit trail" y te lleva a la cima del Monte Mulu. Es un camino de 4 días y 3 noches y tienes que llevar en la mochila todo lo necesario, es decir, saco, aislante, ropa, comida y bebida para 4 días... Cuando los guías te hablan del camino a los pináculos te dicen que es relativamente fácil, que el camino al Monte Mulu... ese sí que es duro de verdad. Si el camino a los pináculos son 2,4 kilómetros, en el camino a la cima del Monte Mulu tienes un día 7 kilómetros de subida continua con la mochila cargada de verdad.

Que queréis que os diga, como os he dicho antes, ahora sé que hay cosas que no podría superar, con entrenamiento sí, claro, pero ahora mismo, después de los pináculos, el camino a la cima del Monte Mulu me viene grande. Que pase el siguiente.