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viernes, 20 de marzo de 2009

Karamuak


Después del fin de semana subiendo el Kinabalu, Zuzana se marchó el domingo por la tarde; y yo, antes de ir al viaje por el interior de Sarawak, tenía una semana de tiempo. Así que lo que hice fue, el lunes a primera hora por la mañana, ir a la Oficina de Turismo de Sabah para proponerles si me quieren patrocinar, total, como ya me he acostumbrado a pedir. Me reúno con una mujer allí y queda en llamarme en un par de días.

Decidí que por la tarde me marchaba a Sandakan para hacer fotos por allí. Me volví al hostal, recogí mis cosas y cogí el primer autobús que salía para allá. Por la noche estaba ya en Sandakan buscando alojamiento; encontré un hostal con un dormitorio común limpio a un precio razonable y a la cama.

El martes por la mañana me dediqué a planificar los días que tenía, así que fui primero a la Oficina de Turismo de Sandakan y más tarde a dar un par de vueltas por la ciudad buscando agencias de viajes para ver qué ofrecían. Así descubrí una agencia de un fotógrafo local llamado Cede Prudente, con el que hablé por teléfono y quedamos en vernos por la tarde.

En la Oficina de Turismo me dieron un poco de información de sitios cerca de Sandakan, sobre todo en cuanto a visitas a la Isla de las Tortugas, a Sepilok, el otro centro de rehabilitación de orangutanes, y a la parte baja del río Kinabatangan, una de las zonas con más diversidad animal de la región. Pero lo más importante que saqué de allí fue la dirección de las oficinas del Yayasan Sabah Group en Sandakan. Esta agrupación gubernamental es la encargada de, entre otras cosas, gestionar las áreas reservadas de Danum Valley, Imbak Canyon y Maliau Basin. Estas zonas, en el interior de Sabah, son las mayores reservas naturales del estado y visitar Danum Valley era una de las cosas que quería hacer.

Así que lo primero que hice al salir de la Oficina de Turismo fue irme a las oficinas de Yayasan Sabah Group. A estas alturas ya estoy más que acostumbrado a buscar patrocinadores debajo de las piedras, pero como ya había hablado con la Oficina de Turismo de Sabah en Kota Kinabalu, a lo que iba esta vez era a pedir información.

Llego, cuento mi eterna historia de que soy fotógrafo, y en un minuto estoy sentado en la oficina de un hombre muy majete llamado Barnabas que me dice que le cuente qué hago por allí. Así que le hago un resumen de las cosas que hago y entre todas las cosas que le comento, como es normal, le hablo sobre el viaje que voy a hacer patrocinado por la Oficina de Turismo de Sarawak y que he estado hablando con la Oficina de Turismo de Sabah… pero sólo como parte de la historia. No sé, debe ser que lo cuento muy bien, porque Barnabas empieza a decir que es muy interesante y que él lleva un programa de homestay en Karamuak, un pueblo en el alto Kinabtangan, y que es una promoción muy buena para él.

En cuanto me quiero dar cuenta, Barnabas ha llamado a las 6 personas de su departamento a su despacho y los veo allí a todos de pie, yo sentado enfrente de la mesa de Barnabas mientras éste les cuenta mi historia y les va preguntando que cuántos días creen que necesitaría para ver un poco como es lo que tienen montado en Karamuak. En un rato está todo decidido, al día siguiente por la mañana me voy a Karamuak, tres días, con todos los gastos pagados y tres personas para que me ayuden en lo que necesite. Pero si yo solo iba a pedir información…

También aprovecho para preguntar por las zonas protegidas, que es a lo que yo iba, pero para visitarlas bien es necesario demasiado tiempo y yo no lo tengo, así que tendrá que ser otra vez. De hecho, pregunté que si con una semana podría visitar la zona de Maliau Basin y la respuesta fue "te da tiempo a cruzarlo". Bueno, hoy por hoy, con el tiempo que tengo, tendré que dejar esta zona para más adelante.

Cuando salí de las oficinas de Yayasan Sabah Group me fui a las oficinas de la Isla de las Tortugas. Para visitar esa isla tenía dos problemas, el primero es que hay que reservar con bastante tiempo de antelación, cosa que yo no puedo hacer porque no sé qué día voy a estar dónde. Y el segundo problema es el precio. Ir al Turtle Island Park suele costar a partir de 120€ un solo día y una noche; además las agencias piden un mínimo de dos personas, con lo que a mí me toca pagar el doble. A veces se puede negociar algo el precio, pero en un destino tan solicitado... muy difícil. Así que mi única opción es que me dejen ir como fotógrafo a cambio de algunas fotografías. Después de hablar con dos personas me dicen que imposible. Que le vamos a hacer, no siempre puede salir todo bien.

De aquí me marché a la agencia del fotógrafo. Mientras le esperaba estuve viendo sus fotos, unos libros que tiene y sus postales, estaban bastante bien, la verdad. Cuando llegó me estuvo aconsejando acerca de qué era lo que más me podía interesar por allí. Después de hablar un rato pensé que sería bueno ir con él al hostal que lleva en la zona baja del río Kinabatangan a ver más animalitos. Así que después de que me dijera que me hacía un precio amiguete quedamos en que cuando volviera de Karamuak iría a su hostal.

Con estos planes para cuatro días, y viendo que no tenía mucho más tiempo para visitar más sitios por allí, decidí que después del bajo Kinabatangan me iría a Kota Kinabalu y que de ahí me iría a Miri, que es desde donde empezaba el viaje al interior de Sarawak. Como tenía un par de días más y necesitaba salir del país para poder estar más de tres meses (que es lo que se permite de estancia entrando como turista), decidí que en vez de volar desde Kota Kinabalu a Miri, iría a través de Brunei y así aprovecharía para conocerlo.

Así que al final del día ya tenía planeado todo lo que hacer hasta el viaje por Sarawak. Por la tarde me fui al cine con una chica que estaba en el mismo hostal. La oferta no era muy amplia y hay que descartar todo el cine asiático porque los subtítulos en malayo no sirven de mucho. Así que terminamos viendo una comedia romántica de la que ya ni me acuerdo del título, sólo recuerdo que me la esperaba peor. Por lo menos los cines eran decentes, además una tarde de cine siempre es un placer.

Al día siguiente temprano está todo preparado para la excursión; nos montamos en un todoterreno el conductor, las tres personas que vienen conmigo y yo, y nos ponemos en camino hacia Karamuak. Después de unos 120 km por carreteras entre plantaciones de palmeras, giramos y nos metemos por uno de los muchos caminos que se pierden entre las plantaciones.

En estos momentos es cuando te das cuenta de porqué Malasia es el segundo productor mundial de aceite de palma. No es algo que no hubiera visto antes, en varios vuelos por ejemplo, pero de alguna manera ir por carreteras y caminos durante tanto tiempo rodeado de plantaciones te hace ser más consciente.

Durante muchos años la industria maderera y las plantaciones de palma para aceite han sido las dos mayores razones de la deforestación en Malasia y, al viajar entre todas estas plantaciones, es difícil no pensar con asombro que alguna vez todo eso era selva.


Me resulta difícil pasar por este tema de puntillas sin decir nada. Los que me conocéis sabéis que me encanta la naturaleza, los animales en su propio hábitat... En fin, reconozco que me provoca cierta tristeza ver tanta superficie que ya no es selva. Y es que, ahora que os escribo desde Kuala Lumpur, os puedo asegurar que echo de menos la selva. Las pocas veces que he podido asomarme a la selva desde que he vuelto y he podido escuchar sus sonidos tímidamente... me ha vuelto a fascinar y me he sentido como en casa.

A lo largo del tiempo que he estado aquí, he hablado con varias personas sobre el problema de la deforestación, especialmente con Cede Prudente, el fotógrafo que conocí en Sandakan y que colabora con World Wide Fund for Nature (WWF). Así que, aunque tampoco tengo mucha información al respecto, después de escucharles a todos, mi opinión es que en la situación actual hay que entender estas industrias sin las que Malasia no podría mantener el nivel de desarrollo que tiene. Por lo que me han contado, el gobierno de Malasia ha desarrollado leyes para impedir que la deforestación continúe, estipulando áreas protegidas e impidiendo que la superficie de selva disminuya. Esperemos que así sea.

De vez en cuando le pedía al conductor que parase para bajarme a hacer alguna foto, como iban por mí, pues siempre que lo pedía, el hombre paraba o daba la vuelta para llevarme a donde le decía. Así, tras un largo camino atravesando zonas de plantación y selva, llegamos al área que gestiona este departamento del Yayasan Sabah Group. Pero... ¿A qué se dedica exactamente el Yayasan Sabah Group?

Esta organización nació para regular la industria maderera en el estado de Sabah de manera que toda la población se beneficiara de ella, especialmente impulsando la educación. Pero hoy en día su actividad no se limita a este sector; actualmente sus diferentes departamentos se dedican también a la conservación de las áreas protegidas, a las plantaciones de palma, el gas, el petróleo o biotecnología entre otros sectores. En esta área, a través del Community Forestry Centre que tienen en Karamuak, se dedican a dos actividades fundamentales: el ecoturismo y, sobre todo, a ayudar a las poblaciones cercanas a sobrevivir en las nuevas condiciones en las que se encuentran. Estos pueblos vivían de la selva y de los recursos que el río les proporcionaba, pero hoy en día el entorno no es el mismo de antes, y han tenido que adaptar sus costumbres a los nuevos recursos como las plantaciones de palma para aceite.

Ese primer día me enseñaron las instalaciones que tienen en varios sitios, todo ello bastante bien preparado y en lugares muy agradables.


También me llevaron a un lugar donde hay unas pequeñas cascadas y donde la gente va a bañarse, aunque no os creáis que había sitio para hacer muchos largos.


Y finalmente llegamos a Karamuak, donde nos esperaba la mujer que lleva la organización allí. Me dieron la llave de mi cabañita y enseguida me enseñaron lo que tienen preparado y para qué lo utilizan.

En ese centro tienen unas aulas en las que, por un lado, enseñan a la gente de los pueblos cercanos cómo aprovechar los nuevos recursos y les proporcionan una educación básica; y por otro lado enseñan a los visitantes como es la zona y como se gestiona.


Es allí donde también tienen los alojamientos para el programa de homestay. Estos programas, que se pueden encontrar en bastantes sitios de Malasia, intentan estimular el turismo rural activo. Consisten en visitar algún pueblo y pasar unos días en contacto con la gente, viendo sus costumbres y disfrutando de su hospitalidad. La gente en Malasia es muy amable, y eso se acentúa más todavía en las zonas alejadas de Kuala Lumpur. Normalmente consisten en alojamientos básicos en pueblos más o menos pequeños en los que se preparan una serie de actividades. Además, como es lógico, es una de las mejores maneras de disfrutar de la auténtica gastronomía popular.

Me enseñaron los diferentes alojamientos que tienen, a los que les iba haciendo fotos, y me dieron un paseo por el resto del centro. Aunque el sitio no está en medio de la selva, ni mucho menos, para un paseo sí que está bien.


Karamuak está bastante en el interior y, aunque se pueda llegar por carretera o ya no esté en medio de una selva frondosa, pareciendo que está más desarrollado que otros pueblos, sigue teniendo sus limitaciones. Por ejemplo, esta chica estaba esperando un mensaje en el móvil.


Los móviles están colgados ahí porque es uno de los pocos sitios donde, de vez en cuando, hay un poco de cobertura. Aun así, después de un cuarto de hora se fue como había venido, sin mensaje y dejando el móvil ahí colgado, que es donde están todo el día a no ser que llueva.

Por la tarde, como tenía un poco de tiempo libre antes de la cena y desde el coche había visto un sitio desde el que me parecía que se podía ver un bonito atardecer, me fui para allá dando un paseo.

Llegué allí antes del atardecer y en la puesta de Sol me dedique a hacer unas pocas fotos. Es una pena que no hubiera más nubes, porque el sitio era bonito y tranquilo. Aunque no fue el atardecer más espectacular de la historia, pasé un muy buen rato allí.


Poco después, y antes de que se hiciera de noche, me volví al centro para cenar. Una de las chicas que vino en el viaje era la cocinera, aunque imagino que se dedica a hacer más cosas. No era la única que cocinaba, siempre había alguien que la ayudaba, pero os aseguro que tenía mano para esto de la cocina. No es que hiciera nada sofisticado, imagino que todos los platos que preparó durante los días que estuve allí eran platos normales para ellos, pero de verdad que estaban todos buenísimos.

Al día siguiente nos fuimos a hacer una excursión por la selva por uno de los caminos que hacen habitualmente con la gente que va allí. Cerca de Karamuak está el monte Tingkar (esta vez son solo 768 metros de altitud), en cuya cima en 1962 se estrelló un helicóptero y el piloto y el geólogo tuvieron que bajar andando hasta Karamuak. Es el que se ve en la foto del atardecer.

Se tarda en subir entre 2 horas y media y 3 horas. A mí no me pareció excesivamente duro, aunque también es verdad que las dos últimas semanas había hecho bastante ejercicio. Eso sí, de todas las rutas que había hecho hasta el momento esta era la más "auténtica" de todas. Tanto en el Parque Mulu como en el Kinabalu, los caminos están muy transitados y se puede seguir fácilmente un sendero. Este camino está más virgen, de hecho los chicos que iban primero llevaban un machete con el que de vez en cuando iban apartando las plantas que habían invadido el camino, de todas formas tampoco os penséis que era algo tipo Indiana Jones.


Después de tres horas subiendo y parándome a hacer fotos llegamos a la cima. Allí sacaron la comida y nos sentamos al lado del helicóptero a disfrutar de la comida y las vistas.


Cuando llegamos a Karamuak, de nuevo empapado en sudor, por supuesto, me di una ducha y me senté a descansar un rato en la terraza de la cabañita que me habían dado. A mí me parece que me dieron una de las mejores.


Esa tarde me llevaron a conocer a los "alcaldes" o los "jefes" del pueblo. Según me contaron, hay dos jefes que van rotando y que se encargan de diferentes aspectos, tanto del pueblo como en relación con las instituciones o de tomar decisiones para solucionar pequeños problemas de la gente del pueblo.



Además de estas dos personas, también me presentaron a una tercera, según me dijeron era el dueño de las plantaciones y el que se encargaba de mejorar los caminos de acceso o de algún otro proyecto pequeño.


Yo creo que se ve la diferencia.

Después de eso nos fuimos a cenar. Aquí, igual que pasaba en la Longhouse Iban, cuando se preparaba la cena, yo era el primero y después de que comiera yo comían los demás. Por supuesto yo les decía que no era necesario y que prefería que comieran conmigo. Esa noche les dije que prefería que cenásemos todos juntos porque era mi cumpleaños y me gustaría celebrarlo con ellos aunque sólo fuera cenando. Como esa noche al generador le había dado por no funcionar, tuvimos una agradable cena de cumpleaños a la luz de las velas.


Es gracioso, recuerdo como cuando estábamos terminando la cena les escuchaba al final de la mesa hablando entre ellos para cantarme el cumpleaños feliz, pero tenían problemas para recordar mi nombre (aquí, normalmente en este tipo de viajes, la gente te llama "señor"), cosa que me ocurre bastante a menudo por aquí. Así que al final debe ser que les dio vergüenza y no me lo cantaron. A mi me hizo la misma ilusión que si me lo hubieran cantado.

Al día siguiente me enseñaron lo que ese departamento del Yayasan Sabah Group ha hecho en el pueblo. Gracias a ellos ahora en Karamuak hay, entre otras cosas, un pequeño embarcadero de fácil acceso, una iglesia (os sorprendería la cantidad de pueblos indígenas de Sabah y Sarawak que son cristianos), un pequeño centro de salud y varios colegios para niños y niñas de distintas edades.



Después del paseo por karamuak me llevaron a pescar por el río Kinabatangan, bueno, más bien a enseñarme como pescaban, a mí esto de pescar tampoco es que me emocione. También me enseñaron un puente que habían construido sobre el río Kinabatangan y me llevaron a otro pueblo donde también estaban haciendo algún proyecto.

Después de la comida ya no quedaba tiempo para más, así que recogimos nuestras cosas y nos marchamos de vuelta a Sandakan para que a mí me diera tiempo a estar antes de las 6 en la agencia de Cede Prudente.

Durante esos tres días que pasé en Karamuak, desde luego que no he visitado los lugares más espectaculares de Malasia, pero sí que he vivido una parte del país que te pierdes si solo vas visitando los sitios típicos, he conocido a gente encantadora y, sobre todo, me lo he pasado genial. Además, visto desde la distancia y con tiempo, como lo veo ahora, y mientras os lo cuento aquí, lo aprecio más todavía.

Así que si algún día pasáis por aquí y os apetece pasar unos días diferentes y tranquilos, os lo recomiendo.