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viernes, 21 de octubre de 2011

La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días (I): Kampala - PN Lago Mburo - Lago Bunyonyi - PN Mgahinga


Seguimos en Kampala, sin muchas aventuras nuevas que contar, así que he pensado que os voy a contar cómo se recorre Uganda en un par de semanas, pero lo voy a hacer poco a poco, sin prisas, que para eso estamos en África.
Aprovechando que Zuzana había terminado su contrato y que Tomáš había venido a visitarnos, decidimos irnos a dar una vuelta por Uganda durante un par de semanas. Vacaciones. Además es una manera de conocer un poco el país y ver sitios a los que tendré que volver y pasar temporadas más largas.

La primera parte del viaje la íbamos a hacer nosotros solos, viajando en transporte público, y luego nos encontraríamos con Óscar, un español que vive aquí en Uganda, y que tiene un tour operador con el que tengo un acuerdo para hacerle unas fotos promocionales, y con él viajaríamos la segunda mitad del viaje hasta volver a Kampala.Podemos empezar por el principio del viaje, desde Kampala hasta el Parque Nacional Mgahinga.



Ver La vuelta a Uganda de wfogg - Parte I. en un mapa más grande

A) Kampala

B) Parque Nacional del Lago Mburo
C) Kabale
D) Lago Bunyonyi (léase Buñoñi)
E) Kisoro.
F) Parque Nacional Mgahinga
G) Monte Sabinyo


Entonces, todo está preparado. Vamos allá.


Día 1.

Nuestro plan era salir de Kampala en autobús, en el Postbus (el correo), el autobús que tienes que coger en Uganda siempre que te sea posible, mejor que cualquier otro. La mayoría de los autobuses aquí son autobuses de alta velocidad, pero el Postbus, va a su ritmo, tarda bastante más pero vas seguro. Afortunadamente mi amigo Amos tenía que ir a Kabale ese mismo día, y como el Parque Nacional del lago Mburo pilla de camino, nos llevó en coche hasta el desvío que hay que coger para ir al parque.

Desde el desvío cogimos unos boda-boda para recorrer con la mochila a la espalda los 23km que llevan al parque por una carretera de tierra (si venís por aquí, son unos 10.000 UGX).

Ya desde la moto, según te acercas al parque, puedes ver algunos jabalís africanos (como Pumba de El Rey León), antílopes, o búfalos... Llegamos al parque, pusimos las tiendas en el camping al lado del lago y decidimos dejar el safari a pié para el día siguiente y pasar un día tranquilo junto al lago descansando después del viaje y de habernos levantado a las 5 de la mañana. Así que nos sentamos en la terraza del restaurante a disfrutar de las vistas.

Foto: © Zuzana Kazdová

Al rato llegó un "autobús" escolar con unos pocos niños para que visiten el parque y vean desde el barco los hipopótamos o las aves que hay en el parque.


Y después... bueno, digamos que no hemos tenido mucha suerte en este parque. Por la tarde llegaron un grupo de simpáticos ugandeses, con un descapotable y un mercedes, que debieron equivocarse y fueron al parque pensando que iban a un bar. Así que se dedicaron a disfrutar de la naturaleza poniendo música a todo volumen y bebiendo hasta algo así como las 2:30 de la mañana. Menos mal que Tomáš y yo nos habíamos echado la siestecita esa por la tarde... Zuzana no tuvo tanta suerte.

Aquí le voy a dar un tironcito de orejas a UWA (Uganda Wildlife Authority) para que mejore este aspecto y se asegure de que esto no vuelve a ocurrir, porque el parque merece la pena y este tipo de cosas pueden estropear la experiencia.

Así que como no podíamos dormir, mientras esperábamos que viniera un hipopótamo a comerse a nuestros queridos vecinos, nos dedicamos a mirar las estrellas y a hacerles fotos, que había muchísimas.



Día 2.

A la mañana siguiente nos levantamos temprano para el safari. El parque del lago Mburo es uno de los pocos parques de Uganda en los que se puede hacer un safari a pié. Se va con un guía y un guarda con un fusil por si algún búfalo se pone demasiado cariñoso.


Una de las razones por las que fuimos al parque del lago Mburo es porque, junto con Kidepo, es donde se pueden ver cebras. Pero para continuar con la racha de suerte en el parque, y como ya sabéis que los animales no se pueden reservar por teléfono, en el safari no vimos casi nada. No sé si sería en parte por la música alta de nuestros agradables vecinos, pero el caso es que nos tuvimos que conformar con unos pocos búfalos, antílopes, jabalís y aves. De las cebras, ni rastro.


De todas formas que esto no os desanime a ir al parque, no es lo normal, tanto Óscar como otros amigos nos han dicho que han visto manadas de cebras y antílopes de cerca. Nosotros tendremos que esperar a la próxima vez cuando volvamos a sacarnos la espinita.

Después del safari volvimos en boda-boda a la carretera y allí cogimos el primer autobús que pasó hacia Kabale, la ciudad donde íbamos a pasar la noche. No tuvimos la suerte de coger el Postbus (que probablemente tardaría todavía en pasar) y cogimos el Jaguar Executive Coach que va a Ruanda. El autobús es cómodo y bastante mejor de lo que podrías esperar en África, pero efectivamente pudimos comprobar que los autobuses son de alta velocidad.

En Kabale también nos lo tomamos con tranquilidad, nos acomodamos en el albergue y fuimos a pasar la tarde en la terraza del hostal Edirisa, un sitio muy agradable donde se come bastante bien. Mención a parte merecen sus generosas porciones de bizcocho casero recién hecho por 1000 UGX (menos de 30 céntimos de euro), es un bizcocho, nada del otro mundo, pero esponjoso, merece la pena probarlo.



Día 3.

Al día siguiente nos levantamos, desayunamos tranquilamente en la terraza del Edirisa y nos marchamos a nuestro siguiente destino: el lago Bunyonyi.


El lago Bunyonyi se formó cuando, en una de las erupciones volcánicas que se produjeron en la formación del Valle del Rift, la lava cerró la salida de un gran valle, lo que hizo que el valle se inundara creando un lago con numerosas islas. No es uno de los principales atractivos turísticos de Uganda, pero es un sitio bonito y agradable donde merece la pena pasar un par de días, si dispones de ellos. Quizás es un destino más para mochileros y que se deja más de lado en los grandes paquetes turísticos.

Nosotros pasamos dos días en un sitio que se llama Byoona Amagara, muy recomendable, está en una isla y es un sitio estupendo para relajarse y hacer alguna actividad por los alrededores. Para ir coges una canoa y vas disfrutando del lago mientras remas entre sus islas.


Si estás un poco vaguete y no te apetece remar, también puedes pedir que te lleven con una canoa a motor.

Al llegar al
Byoona Amagara decidimos dedicarnos a una de las principales actividades que puedes hacer allí, relajarnos, y pasamos la tarde jugando a las cartas, comiendo y hablando con la gente hasta que decidimos irnos a dormir.

Día 4.

Nuestro plan era alquilar una canoa e irnos de isla en isla parándonos donde quisiéramos y bañándonos en el lago (porque el lago Bunyonyi no tiene bilharzia), pero el día no amaneció todo lo soleado que debería ser para que nos apeteciera bañarnos, así que decidimos irnos a andar para buscar algún sitio que tuviera unas buenas vistas del lago. Y llegamos hasta aquí.

Foto: © Zuzana Kazdová

Yo no me había llevado la cámara, porque me había llevado las zapatillas y ropa para luego irme a correr por el campo, y me parecía feo irme y dejar a Zuzana y Tomáš con los 5 kilos de aparatos para que me los llevaran de vuelta. Me pegué una buena paliza corriendo, sobre todo en una subida que, tras una curva, resultó ser mucho más larga y empinada de lo que podría hacer con el ritmo que llevaba hasta entonces. Esa noche cené y dormí estupendamente.


Día 5.

Nuestro plan para este día era salir hacia el Parque Nacional Mgahinga, donde pretendíamos subir el Monte Sabinyo, el volcán en cuya cumbre se está el punto donde se juntan las fronteras de Uganda, Ruanda y la República Democrática del Congo.


Así que tras desayunar tranquilamente, cogimos una canoa de vuelta, un taxi hasta Kabale, hicimos un poco de compra para la subida del día siguiente y nos pusimos a buscar transporte hacia Kisoro.

Las opciones para moverse entre Kabale y Kisoro son limitadas. Hay algún autobús suelto (que probablemente no coincidirá con tu horario) y los matatus parece que no hacen ese recorrido, así que las opciones se reducen a un special (un taxi para ti solo) o un taxi compartido, que es lo mismo que un special pero con más gente. Esa fue la opción que elegimos. Os sabéis aquel chiste de ¿Cómo meterías a 4 elefantes en un 600? - Pues dos delante y dos detrás. Pues esto de los taxis compartidos es igual: ¿Cómo meterías a 8 personas en un taxi?

Fácil...


Parece ser que tuvimos suerte porque a veces meten hasta 5 personas detrás.

Una vez en Kisoro cogimos otro coche (esta vez para nosotros solos) hasta la entrada del Parque Nacional de Mgahinga, donde UWA tiene una zona de camping y algunas cabañas, que es donde íbamos a pasar la noche.

Es una zona muy tranquila y agradable, recuerdo salir de nuestra cabaña para ir a cenar al pequeño bar-restaurante, y disfrutar del sonido de los árboles meciéndose con el viento (que era lo único que se escuchaba). Me quedé un rato contemplando los árboles mientras los escuchaba… Y, por supuesto, hice una foto para asegurarme de que permanecerá en mi memoria por muchos años que pasen.


Nos tomamos un té… cenamos comida local calentados por la chimenea…


…dejamos pedido el desayuno para la mañana siguiente y, como habíamos leído en varios sitios que la subida al Monte Sabinyo era dura, nos fuimos a dormir para estar descansados por la mañana.


Día 6.


Como habíamos acordado con los guías del parque, a las 7:15 de la mañana estábamos ya desayunados y preparados, así que como es costumbre con los horarios aquí, hasta las 8:00 no conseguimos salir en dirección a la cumbre del Sabinyo con el guía, otro chico que estaba formándose como guía y el guarda con su fusil. Las oficinas del parque están a unos 2.300 metros sobre el nivel del mar, y la cumbre del Sabinyo a 3.669 metros de altitud, así que nos esperan aproximadamente 1.300 metros de desnivel en 7 kilómetros, que subiríamos y bajaríamos en el día.

A la salida nos dieron unas cañas de bambú a modo de bastones y nos ofrecieron la posibilidad de coger porteadores. Aquí es relativamente habitual que te ofrezcan porteadores para ir a la montaña, nosotros llegamos a la conclusión de que no nos hacía falta.

El principio del camino transcurre por un área bastante llana que ha sido recuperada para el parque tras ser zona de cultivo, es una zona pantanosa que en la época húmeda debe ser bastante incómoda de atravesar, pero en julio estaba en buenas condiciones.

Tras un cuarto de hora de camino paramos un momento frente al Monte Sabinyo y el guía nos volvió a ofrecer porteadores diciéndonos que hay gente que no puede llegar hasta arriba y que mi mochila le parecía pesada incluso para él.


Miramos lo que nos quedaba por delante (íbamos a subir por la parte izquierda los primeros picos hasta llegar al tercero, donde se encuentra la frontera entre los tres países) y en ese momento el recuerdo de los pináculos en Malasia recorre mi cabeza mientras un par de gotas de sudor frío me caen por las sienes. Como dos días antes me pasé un pelín corriendo y llevaba en la mochila la comida y bebida para mí y Zuzana, algo de ropa y, además de la mochila, llevaba los 5 kilos de la cámara y los objetivos… decidí que no merecía la pena arriesgarse y que a lo mejor era buena idea coger un porteador. El guía llamó a las oficinas y a los cinco minutos nos dice que el porteador está en camino, así que decidimos esperarle.

Tras un cuarto de hora esperando el guía llama de nuevo por radio a las oficinas del parque y tras hablar con ellos nos dice que hoy no hay ningún porteador disponible… ¿¿¿¿????

Bueno, no pasa nada, ya sé que hay que ir a tu ritmo, despacito si hace falta y sin obsesionarse. Cojo mi bastón de bambú y el de Tomáš, que no lo va a usar, y seguimos nuestro camino.

Seguimos avanzando hasta que nos adentramos en el bosque primario de bambú, el terreno todavía es bastante llano.


Más adelante el camino empieza a hacerse cuesta arriba y nuestro ritmo se hace más lento, por lo menos el mío, pero seguimos la subida sin problemas parando de vez en cuando. La verdad es que llevábamos un ritmo que a nosotros nos parecía lento comparado con otros caminos que hemos hecho, pero en una de las paradas el guía nos dice que vamos bien, que nuestro ritmo es bueno y que vamos bien de tiempo para llegar arriba y bajar antes de que anochezca. Estupendo.

La subida al Monte Sabinyo es preciosa, recorriendo un bosque con árboles cargados de musgo y líquenes que le dan una apariencia de bosque encantado. Conviene de vez en cuando pararse y echar un vistazo.



Poco a poco, los árboles empiezan a desaparecer y la vegetación de montaña con matorrales se hace dueña del paisaje. Al poco tiempo llegamos al primero de los picos, donde nos paramos a descansar, comer algo y disfrutar de las vistas sobre Ruanda, a la izquierda, y sobre Uganda, a la derecha, mirando al segundo pico que subiríamos en un rato.


Como el chico que está aprendiendo para guía se va a quedar en ese primer pico, dejamos con él lo que no es necesario y continuamos nuestro camino.

Rápidamente hacemos el primer descenso y subimos el segundo pico (no tan rápidamente), donde volviendo la vista puedes ver el primer pico del Sabinyo y los otros dos volcanes del parque Mgahinga, el Gahinga y el Muhavura, el más alto de los tres.

Sin apenas detenernos hacemos el siguiente descenso y llegamos a la subida del tercer y último pico hasta la frontera entre los tres países. Esta subida es un poco más complicada, y la mayor parte de ella se hace subiendo por escaleras hechas para poder llegar hasta arriba.


Finalmente llegamos a la cima del Monte Sabinyo, donde por supuesto le pedimos al guía que nos hiciera la foto de rigor: Tomáš está en Ruanda, Zuzana está en la República Democrática del Congo y yo estoy en Uganda.


Comimos disfrutando de las vistas de los tres países, aunque le cielo no estaba muy claro y las vistas no eran todo lo buenas que nos hubiera gustado. De todas formas no nos podemos quejar, en cualquier sitio que leas en Internet a alguien que ha subido al Sabinyo, parece que siempre te llueve, antes o después, y a nosotros nos hizo un tiempo perfecto, con sol durante todo el día.

Al rato comenzamos el descenso, yo primero porque quería hacer unas fotos mientras los demás bajaban. Llegamos al primer pico, donde recogimos al chico que se había quedado allí, y continuamos la bajada sin problemas hasta las oficinas del parque.

Nos lo esperábamos bastante más duro. No nos parecía que hubiéramos ido rápido, paramos bastante a hacer fotos y descansar, y aun así hicimos todo el recorrido dentro de lo que se considera un tiempo normal.

Después de todo el camino, nos lavamos con agua que nos calentaron (afortunadamente porque con el fresco que hace por la tarde...) y terminamos de disfrutar la tarde y la cena mientras descansamos las piernas de nuevo alrededor del fuego del comedor.


Y así terminamos nuestro día de montaña en el Parque Nacional Mgahinga.

A la mañana estábamos listos para continuar nuestro viaje hacia el Parque Nacional de Queen Elizabeth, que será nuestro próximo destino.



Acabas de leer la primera parte del viaje, también puedes leer:

La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días - Parte II.
La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días - Parte III.
La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días - Parte IV.
La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días - Parte V.



martes, 10 de mayo de 2011

Budongo Forest y Parque Nacional de Murchison Falls


Después de estar en Kampala durante todo este tiempo, por fin hemos tenido la oportunidad de salir de la ciudad durante un par de días, nos hemos ido a Budongo Forest (bosque de Budongo) y al Parque Nacional de Murchison Falls (también llamado Parque Nacional de Kabarega, aunque es un nombre muy poco utilizado). Tenía un acuerdo con Great Lakes Safaris, una agencia de viajes ugandesa que tiene un lodge (un lodge es una especie de hotel rural, los hay de muchas clases, de más o menos lujo) en Budongo Forest, para trabajar para ellos haciendo fotos del lodge durante el viaje que haría al parque nacional de Murchison Falls para hacer fotos para mi proyecto. Afortunadamente Zuzana pudo venir conmigo y disfrutar también del viaje.

Programamos el viaje para salir de Kampala a las 11 de la mañana, así que nos dijeron que estuviéramos en la agencia sobre las 10 y media. Amos, el dueño de la agencia, tenía que ir ese mismo día a Gulu, una ciudad en el norte de Uganda, así que íbamos a viajar con él la primera parte del viaje hasta un cruce en el que nos separaríamos, allí estaría esperando un coche que nos llevaría hasta el lodge. Todo perfectamente planeado.

Llegamos a la oficina de la agencia a las 10:30 y... bueno, una cosa que tenéis que tener en cuenta es que los horarios en África son orientativos, así que a las 12:30 estábamos saliendo de las oficinas con rumbo a Budongo Forest. Y eso que tengo que decir que Amos es bastante puntual, normalmente salimos a correr juntos y siempre llega exactamente a la hora a la que quedamos.

Un par de horas más tarde llegamos al cruce donde íbamos a cambiar de coche, pero había habido un problema y el conductor no pudo ir a recogernos, así que decidimos que en lugar de esperarle cogeríamos un taxi hasta Masindi, la ciudad más cercana que está de camino al parque, donde el conductor nos estaría esperando. Amos lo arregló todo con el taxista y reservó el asiento trasero completo para nosotros y nuestras mochilas. Nos despedimos de Amos al marcharse y al poco tiempo salimos nosotros, nos sentamos en el asiento trasero mientras en los dos asientos delanteros se metieron el conductor, dos mujeres y un niño pequeño. Es la primera vez que veo dos personas sentadas en el asiento del conductor.

20 Kilómetros más tarde llegamos a Masindi, donde esta vez sí, el conductor estaba esperándonos. Cambiamos de coche y en menos de media hora llegamos al lodge. El sitio está bastante bien, tiene un edificio principal con las áreas comunes y varias cabañas entre los árboles que te hacen sentirte como si estuvieras en medio del bosque.


Pero es que es verdad que estás en medio del bosque, puedes escuchar todos los sonidos a tu alrededor: monos, pájaros, insectos... Especialmente por la noche, cuando todo está tranquilo pero a la vez puedes sentir que el bosque nunca duerme. Os podéis hacer una idea de cómo de metido dentro del bosque estás pinchando en este enlace de Google Maps.

Esas pequeñas manchas verde más claro que se ven son los tejados de las cabañas del lodge, y a la izquierda está el camino que atraviesa el Bosque de Budongo. Si por algo se llama Budongo Eco Lodge.

Budongo Forest es el mayor bosque de caoba que queda en África del Este, tiene alrededor de 800 Kilómetros cuadrados y con su enorme biodiversidad, entre la que se encuentran varias especies en peligro de extinción, es uno de los mejores sitios de Uganda para la observación de aves. Pero sobre todo, Budongo Forest es famoso por ser el hogar de más de 600 chimpancés, por ello desde 2006 el Instituto Jane Goodall para el estudio y la conservación de los chimpancés lleva a cabo un proyecto de ecoturismo en Budongo, y Budongo Eco Lodge es parte de él.

Los chimpancés viven en grupos, y algunos de estos grupos han sido habituados a la presencia humana. Pero... ¿Qué es un animal habituado? Los animales habituados son animales salvajes, viven y se comportan como cualquier otro animal salvaje. La diferencia es que si vas por la selva y te encuentras con un animal no habituado, es muy probable que el animal se vaya, pero los animales habituados están acostumbrados a ver personas alrededor y no los identifican como una amenaza, de manera que lo normal es que al verte sigan con su vida normal. Uno de estos grupos habituados vive en el área de Budongo Forest y ha sido estudiado durante años de manera que podamos aprender más de cómo viven los chimpancés. Este grupo es el que es visitado por los turistas, acompañados por un guía, en grupos de 8 personas como máximo y con un tiempo máximo de contacto con los chimpancés limitado a una hora. Al mismo tiempo, el guía observa su comportamiento y sus actividades, que luego quedan anotados en un diario.

En nuestro programa la actividad para la primera mañana es lo que se llama "chimpanzee tracking", algo así como la localización de chimpancés. Antes de salir, el guía nos explica cómo funcionan las cosas en el bosque, como comportarse, como buscar chimpancés siguiendo diferentes pistas y huellas, como actuar cuando se les encuentra, y también que es probable que los encontremos pero que, como es lógico, no está garantizado, el bosque no es un zoo.

Un grupo de chimpancés domina un territorio de entre 10 y 30 Kilómetros cuadrados, afortunadamente el territorio del grupo que vive alrededor del lodge es de los pequeños. Una de las ventajas de Budongo Eco Lodge es que, al estar inmerso en el bosque, es posible salir andando desde el mismo lodge, y de hecho es lo más normal, pero ese día algunos guías habían visto algunos chimpancés a 4 Kilómetros del lodge, así que a las 7:30 de la mañana nos subimos a un coche atravesando parte del bosque por el camino que lo cruza para empezar desde otro punto más cercano. Una vez allí nos adentramos en el bosque y comenzamos la búsqueda de los chimpancés.


La verdad es que es bastante fácil ver chimpancés en Budongo Forest pero, como os he contado antes, incluso si los chimpancés están habituados, siguen siendo salvajes, y los animales salvajes no se reservan por teléfono. Pasamos 5 horas caminando por el bosque, pero apenas vimos ninguna huella del paso de chimpancés. Justo cuando nos volvíamos al lodge oímos llamadas de chimpancés con claridad, así que decidimos encaminarnos en dirección a las llamadas. Imagino que debimos estar cerca, porque pudimos incluso olerles, pero no vimos nada. El guía nos contó que probablemente sería otro grupo no habituado. El límite del territorio del grupo habituado está cerca del lodge, y a veces ocurre que cuando un grupo de chimpancés se adentra en su territorio alejándose de sus límites, otro grupo vecino entra en su territorio para comerse los frutos de los árboles cercanos. Así que si el grupo que oímos era el grupo "rebelde" y nos vieron acercándonos, probablemente volverían a su territorio original.

Afortunadamente hay muchas más cosas para ver en el bosque que chimpancés. Para empezar el bosque en sí mismo, además del encanto de andar entre las caobas, el bosque es bastante llano, e incluso cuando las temperaturas suben durante el día el tiempo no es muy caluroso, por lo que hacer senderismo en Budongo Forest es bastante fácil y agradable. Además se pueden disfrutar muchos otros tipos de animales, como grandes caracoles que se suben por las plantas:


O aves como el Cálao Carigrís


O los babuinos (también llamados papión Anubis o papión oliva), que puedes encontrar en el bosque o sentados tranquilamente en la carretera.


También vimos otro mono llamado colobo blanco y negro. Es una pena que no tenga una foto más clara para enseñaros, pero a veces los chimpancés cazan a los colobos, y son unos monos muy rápidos y nerviosos. Además tengo la sensación de que no les gusta especialmente que les saquen fotos. Cerca del lodge hay un árbol en el que de vez en cuando los puedes ver comiendo, pero en cuanto cogía la cámara se marchaban corriendo. Así que por ahora os tendréis que conformar con esto para haceros una idea. Esperemos que la próxima vez que vaya al bosque pueda enseñaros algo mejor.



Después de toda la mañana andando por el bosque nos volvimos al lodge y después de comer me pasé la tarde haciendo fotos del lodge. No es un sitio de lujo pero es un sitio agradable para pasar un par de días, además está gestionado de una manera sostenible: toda la energía proviene de sus paneles solares (incluso para los calentadores de agua), el agua es obtenida a partir del agua de lluvia, tienen gestión de residuos y los baños son de descomposición orgánica (fertilizando el suelo y ahorrando en el gasto de agua). Además la gestión del lodge se lleva apoyando las comunidades locales, dando formación y empleando a sus habitantes, encargando huertos para la adquisición de frutas y verduras para el lodge, externalizando los servicios de lavandería o vendiendo los productos de artesanía que hacen el los pueblos de la zona. Además de todo esto, incluso las cabañas han sido construidas con madera de pino generado en producción sostenible. La verdad es que tengo que decir que me gustó bastante el sitio y como está gestionado.



Para el día siguiente la idea era ir al Parque Nacional de Murchison Falls, famoso por sus cascadas y la variedad de animales que pueden verse en sus áreas de sabana. La mejor hora para ver animales salvajes el siempre a primera hora de la mañana o al atardecer, cuando tienen una mayor actividad, así que nos levantamos muy pronto para llegar al parque a tiempo para coger el primer ferry que cruza el río a la entrada del parque. Después de 56 Kilómetros, éramos el primer coche esperando la salida del ferry.

Este fue uno de esos momentos que se te quedan en la memoria aquí en Uganda. Llegar a la orilla del Nilo al amanecer mientras ves como unos pocos hipopótamos asoman tímidamente las cabezas fuera del agua. Un momento mágico.


Pero... ¿Has dicho el Nilo? ¿El Nilo pasa por Uganda? Imagino que este es un buen momento para hablar un poco sobre el Nilo. Si seguimos el cauce del Nilo desde el delta en el Mediterráneo, el Nilo recorre Egipto, donde es más conocido. Más arriba entra en Sudán, donde, cerca de su capital Jartum, se divide en dos: el Nilo Azul y el Nilo Blanco. El Nilo Azul nace en el Lago Tana en Etiopía, eso está claro, mientras que el Nilo Blanco tiene todavía un largo camino por delante, un camino que no está tan claro.

El Nilo Blanco sigue su camino hacia el sur por Sudán y continua por Sudán del Sur, primero bajo el nombre de Bahr El Abyad (que en árabe significa Río Blanco) y luego cambiando su nombre a Bahr El Jabal (Río de la Montaña) hasta que entra en Uganda donde cambia de nuevo su nombre por el de Albert Nile, o Nilo Alberto.

Siguiendo el Nilo Alberto llegamos, en los límites del Parque Nacional de Murchison Falls, hasta el Lago Alberto, desde el cual continúa bajo el nombre de Vitoria Nile (Nilo Victoria), que es el río que cruzamos nosotros. El Nilo Victoria finalmente alcanza el gran Lago Victoria en lo que se conoce como el nacimiento del Nilo, cerca de la ciudad de Jinja, en Uganda.

Y aquí es donde empiezan los problemas. ¿Dónde está realmente el nacimiento del Nilo? Pues hay diferentes opiniones, es un poco complicado e incluso hoy en día no está claro. Os cuento. Fue el explorador John Hanning Speke quien descubrió el 1862 el nacimiento del Nilo en la orilla norte del Lago Victoria, y Stanley quien en 1875, después de encontrarse con el Dr. Livingstone (supongo), confirmó el descubrimiento de Speke, estableciendo definitivamente el nacimiento del Nilo en el Lago Victoria. Pero claro, el agua del Lago Victoria tiene que venir de algún sitio, así que si quieres encontrar el manantial más remoto que suple de agua al Nilo hay que seguir alguno de los múltiples ríos que desembocan en el Lago Victoria.

Parece que está claro que cauce más largo discurre a través del río Kagera entre Tanzania y Ruanda, pero más adelante el río Kagera se divide en dos: Uno de ellos es el río Rurubu, y el nacimiento de uno de sus afluentes, el Ruvyironza, en Burundi, es considerado habitualmente como la fuente más remota del Nilo. El otro río que alimenta al Kagera es el Nyabarongo, que fluye por Ruanda continuando como el Río Mwogo y más arriba como el Río Rukarara. En 2006 una expedición afirmó haber alcanzado el nacimiento del Rukarara en Ruanda como el nacimiento más remoto del Nilo desde su desembocadura.

En mi opinión, en algún momento tendrán que hacer otra expedición para encontrar el nacimiento del río Ruvyironza, si no, no creo que puedan asegurar nada con rotundidad.

Así que como parece que no está tan claro, mientras se ponen de acuerdo, para mí el nacimiento del Nilo está en el Lago Victoria, donde lo situaron los grandes exploradores del siglo XIX, mientras que el manantial más alejado de su desembocadura está en algún sitio ente Ruanda y Burundi.

Volviendo a nuestro viaje, a las 7:00 cruzamos el Nilo Victoria, al otro lado un guía del parque se unió a nosotros y comenzamos el safari por el parque.

Pasamos la mañana entera por los caminos del parque viendo todo tipo de animales y haciéndoles fotos mientras le pedía a Bylon, el director del lodge, que era quien nos llevaba, que parase cuando lo necesitaba o que volviera para atrás si había algo interesante. A mediodía llegamos al Lago Alberto, donde paramos a comer mientras disfrutábamos con la vista de los hipopótamos en el agua. Pero yo creo que en vez de explicároslo, es mejor si lo veis por vosotros mismos.





En Murchison Falls también hay leones y leopardos, pero no se ven muy a menudo, son más fáciles de ver en otros parques de Uganda, como en Parque Nacional de Kidepo, en el nordeste del país. El hecho es que es más fácil ver leones en Kenia, pero probablemente te sentirás como en un zoo, rodeado de coches, sin embargo aquí en Uganda está mucho menos masificado y la mayoría del tiempo que estuvimos en Murchison Falls nuestro coche era el único que veíamos.

Después de comer volvimos al embarcadero donde nos había dejado el ferry por la mañana, Bylon cruzó el Nilo con el coche y nosotros cogimos un barco para ir río arriba en busca de las cascadas que dan nombre a Murchison Falls.

Durante el camino puedes ver desde el barco más hipopótamos, búfalos, elefantes, cocodrilos, diferentes tipos de pájaros...





Finalmente el barco llega a unas rocas que sirven de mirador para que todo el mundo pueda ver y hacer fotos de las cascadas. Desde allí el barco te lleva de vuelta por el río hasta el embarcadero. Pero hay otra opción, en vez de volver con el barco puedes hacer una pequeña ruta hasta la parte alta de las cascadas.

Así que el bote nos dejó al principio del camino y empezamos a andar. Si alguna vez venís hasta aquí os recomiendo que hagáis esta ruta, es cortita y aunque al final hay unas pocas escaleras, no es nada difícil. Nosotros nos lo tomamos con calma, parando para hacer fotos y disfrutando del paisaje.


Ya había visto las cascadas en muchas fotos antes de venir y siempre me había parecido que no eran nada especial, y a lo mejor vosotros vais a pensar lo mismo cuando las veáis en estas fotos. Pero es que no se trata de las típicas cascadas que se extienden todo a lo ancho de un río. Ahora sé que realmente tienes que venir hasta aquí para apreciarlas en su grandeza.


A lo mejor os podéis hacer una idea si pensáis así. Mirad el Nilo Victoria.


Es un río grande, ancho… Bueno, pues imaginad que toda esa agua tiene que pasar por una grieta que se abre entre las rocas, de entre solo 7 y 10 metros de ancho. Según se va acercando a las cascadas el río se estrecha y empieza a saltar entre los rápidos mientras ruge, toda la masa de agua se va comprimiendo, revolviéndose, hasta que choca violentamente contra las rocas y descarga toda su fuerza durante su paso por la cascada. Ahí es cuando te das cuenta de lo poderoso que es el río Nilo.


Pasamos un buen rato más por allí, haciendo fotos y disfrutando del río.


También se puede llegar hasta la parte alta de las cascadas en coche, hay un aparcamiento a pocos metros de allí. Como os podéis imaginar estuve haciendo fotos mientras quedaba algo de luz, así que para cuando llegamos al aparcamiento solo quedaba Bylon esperándonos. Después de pagar las tasas de la ruta y charlar un rato con el personal del parque, nos montamos en el coche y salimos con dirección al lodge.

Estaba ya anocheciendo y podíamos ver delante de nosotros la ducha, la cena e imaginarnos descansando después del largo día. Pero la última aventura del día estaba por llegar.

Al poco de salir del aparcamiento la carretera se vuelve cuesta arriba en una zona llena de gravilla. A mitad de la cuesta nuestro coche se negó a seguir subiendo y tras varios intentos patinando en la grava terminó resbalando a la cuneta, donde fue cayendo poco a poco hasta quedar completamente encajado. Afortunadamente estábamos al lado del aparcamiento y Bylon pudo ir en un momento a pedir que nos echaran una mano. Después de una hora empujando y tirando del coche entre todos y sacando tierra de debajo con una pala conseguimos sacar el coche de la cuneta y seguir nuestro camino hasta el lodge.

Mi plan para el día siguiente era ir de nuevo a ver chimpancés, pero el día completo. Hay dos tipos de actividades para ir a ver chimpancés en Budongo Forest. Una el “chimpanzee tracking”, la que habíamos hecho hacía dos días, es una actividad que se hace o por la mañana o por la tarde y, como os he contado antes, está limitada a grupos de 8 personas como máximo acompañados por un guía y la estancia con los chimpancés está limitada a una hora. La otra opción se llama “habituation”, consiste en pasar un día entero con los chimpancés pero es una actividad para una o dos personas acompañados por un guía. Esa era mi actividad del día.

Como Zuzana no había visto ningún chimpancé el primer día, acordamos que podría venir con nosotros con otro guía durante la mañana a modo de “chimpanzee tracking” y que luego se volvería al lodge a la hora de comer.

Alrededor de las 8 de la mañana salíamos del lodge y nos adentrábamos en el bosque. Esa mañana la humedad creaba una fina niebla que, junto con la luz de la mañana, daba al bosque una apariencia mágica, de bosque encantado.


Después de caminar un rato el guía se volvió hacia mí y me susurró: "allí, un chimpancé, en el camino". De nuevo otro de esos momentos que se te quedan en la retina. Era todavía temprano por la mañana y no había mucha luz, a unos 20 metros de mí había un área del bosque rodeada de vegetación, en penumbra, me fijé cuidadosamente y entre la humedad y las sombras pude adivinar una figura sentada en el camino y moviéndose sutilmente. No tenía una idea previa en la cabeza de lo que iba a encontrarme, y sé que los chimpancés no son monos pequeños, pero de alguna manera me pareció más grande de lo que me esperaba. Tras unos segundos se levantó y, lenta y sigilosamente, empezó a alejarse de nosotros hasta que desapareció entre las sombras del bosque.

Continuamos caminando y poco a poco fuimos encontrando más chimpancés, siguiendo a los que veíamos en el suelo o las llamadas que podíamos oír desde el bosque. A esas horas del día la mayoría de ellos están en los árboles alimentándose de sus frutos.




Según iba pasando el día Zuzana se volvió al lodge y mi guía y yo continuamos observando más chimpancés e intentando conseguir vistas claras de ellos para que yo pudiera hacer fotos.

Después del mediodía, cuando el día se hace más caluroso, muchos chimpancés bajan de los árboles para descansar o para interaccionar con otros chimpancés del grupo. A lo mejor tuve suerte y ese día fue especial, pero de verdad que me llevé la sensación de que merece mucho la pena pasar el día entero con los chimpancés antes que hacer el chimpanzee tracking. Durante el tiempo que pasé en el bosque con ellos pude observar cómo viven los chimpancés, mientras que si vas sólo por la mañana o por la tarde la mayoría del tiempo verás cómo comen. Pude ver cómo son las relaciones entre los diferentes miembros del grupo, cómo el macho principal mantiene el orden en dentro del grupo… Fue muy interesante.


Por la tarde, cuando el sol empezó a bajar y el las temperaturas iban descendiendo, los chimpancés volvieron a subirse a los árboles en busca de más comida. Al rato, llegó el grupo de la tarde que hacía el chimpanzee tracking y estuvieron viéndoles comer mientras nosotros seguíamos buscando vistas despejadas para que yo hiciera más fotos.

Alrededor de las 4 de la tarde, después de pasar más de 7 horas con los chimpancés, la luz estaba empezando ser un poco escasa entre los árboles y el guía y yo decidimos volver al lodge. Ese día me lo pasé realmente bien.

Después de pasar todo el día en el bosque con la cámara en las manos (casi dos Kilos y medio) apuntando a los árboles estaba bastante cansado, feliz, pero cansado. Era el momento perfecto para una ducha, relajarse un rato, cenar e irnos a dormir dando un corto paseo por la noche hasta la cabaña disfrutando de unas pocas luciérnagas volando alrededor en el bosque.

Es hora de volver a Kampala, de dejar de ser el fotógrafo para volver a ser de nuevo el director del proyecto. Nos levantamos a una hora decente, desayunamos y nos llevaron a Masindi, desde donde cogimos un matatu dirección a Kampala.

Tendré que volver (afortunadamente), un día para hacer fotos a animales salvajes puede ser suficiente si tienes mucha, mucha suerte, pero esta vez no ha sido el caso. Si todo va bien y el proyecto va adelante, debería pasar más tiempo en Murchison Falls y fotografiando chimpancés.

Ya estoy deseando volver a la sabana y a la selva.


domingo, 17 de abril de 2011

La tienda +MONTAÑA patrocina los viajes de wfogg



Antes de salir desde Madrid rumbo a Uganda llegué a la conclusión de que necesitaba algo de equipo (no fotográfico, claro) para los viajes que tenga que hacer por aquí. Así que tras pasar por la tienda +MONTAÑA, hablar con ellos un par de veces y explicarles en qué consisten mis proyectos, llegamos a un acuerdo gracias al cual me ofrecen unas condiciones ventajosas en la adquisición de los artículos de su tienda.

Imagino que cualquier cosas que diga de la tienda a partir de ahora podría ser interpretada como excesivamente subjetivo o "intencionado". Los que me conocéis sabéis que no diría cosas que no pienso, y menos publicarlas en Internet, los que no me conozcáis... bueno, no vais a tener más remedio que ir a la tienda para comprobarlo. Pero la verdad es que si fui allí a buscar equipo es porque sabía que era una buena tienda. Además de que la gente que trabaja allí sabe de lo que habla, la tienda tiene las mejores instalaciones para probar el material, desde un rocódromo a una cámara de simulación de tempestades, podéis ver un vídeo aquí.

Por si necesitáis algo de material de montaña y esta os parece una buena opción, +MONTAÑA está en:

+MONTAÑA
C/Ribera de Curtidores, 21
28005 Madrid
91 528 49 46
http://www.masmontaña.es


lunes, 14 de marzo de 2011

Primeras impresiones


El tiempo pasa rápido, parece que hace nada que llegamos y ya ha pasado un mes. Encontramos un sitio para vivir, dejamos que pasaran las elecciones y hemos empezado a buscar nuestro camino en Uganda. Un mes por aquí... ¿Cómo ha sido?

Cuando llegas a Kampala hay ciertas cosas a las que te tienes que acostumbrar: el caos del tráfico, que a ciertas horas puede ser imposible, la contaminación, que es mucho mayor que la que tenemos en Madrid, falta de limpieza en muchos sitios... En general las típicas cosas a las que nos han contado que te encuentras cuando vienes a África. Ah, se me olvidaba, también está el polvo rojo que está por todos los lados, a eso también hay que acostumbrarse.


Pero aquí también hay otras cosas a las que no cuesta tanto acostumbrarse, como por ejemplo el tiempo. Es genial, Kampala está a casi 1200 metros sobre el nivel del mar, y eso hace que el clima sea muy suave, aunque estemos casi a la altura del ecuador; incluso ahora, que la temporada de lluvias no termina de llegar y todo el mundo se queja de que hace mucho calor, debemos estar como a 30º, y por las noches refresca. Digamos que las temperaturas aquí están entre los 25-27 grados durante el día y unos 18 durante la noche, todo el año.

Otra cosa que define verdaderamente a Uganda es lo amable y lo maja que es la gente aquí. Vayas donde vayas y hables con quien hables siempre hay una sonrisa esperándote, especialmente los niños, les puedes oír por todos los sitios diciéndote "Hello muzungu!" mientras te dicen hola con la mano. Y no os digo nada cuando sales de Kampala, donde los niños se vuelven muy curiosos cuando ven un muzungu.


Bien, entonces estamos en Kampala, ¿Qué os puedo enseñar? ¿A dónde os puedo llevar...? Bueno, la verdad es que llegados a este punto lo importante nos a dónde vamos, sino cómo vamos. Os explico.

Las distancias en Kampala son grandes, miras el mapa y parece que todo está a la vuelta de la esquina, y es verdad, solo que la esquina está un poco lejos. Si no tienes un coche entonces tienes básicamente dos opciones para moverte por la ciudad en transporte público: los matatus y los boda-bodas.

Los matatus, a los que aquí en Uganda se les llama taxis, son un medio de transporte muy común en África. Son taxis compartidos, furgonetas con filas de asientos que tienen un destino fijo y que una vez que se llenan salen hacia su destino, parando a lo largo de todo el camino para que la gente vaya subiendo y bajando según lo necesiten. Es como un minibús, y aquí los hay que van a diferentes sitios de la ciudad o que van a otras ciudades. En Kampala la mayoría de los matatus van al centro, llegando y partiendo desde Old Taxi Park o desde New Taxi Park y sus alrededores.

Os voy a enseñar Old Taxi Park. Es una maravilla de la ingeniería del transporte. Imaginad un plaza, una muy grande. Ahora llenadla con cuantos más coches podáis. ¿Ya? Vale, pues ahora llenadla pero de manera que todos los coches puedan entrar y salir ordenadamente por muchos sitios. Complicado ¿no? Bueno, pues eso es Old Taxi Park, el caos organizado.

Bienvenidos a Old Taxi Park:


Para que veáis que no exagero aquí tenéis un par de fotos que lo certifican como la mayor aglomeración de coches posible.



Lo que veis en la segunda foto es aproximadamente medio Old Taxi Park. La verdad es que ayer, cuando hice esta foto, estaba medio vacío, se ve mucho suelo. Si queréis tener otro punto de vista divertido podéis echar un vistazo a este enlace de Google Maps (por cierto, imagino que habéis notado lo de "el polvo rojo que está por todos los lados" ¿no?).

Tengo que admitir que a mí me encanta Old Taxi Park. A veces es difícil hasta cruzarlo andando, pero incluso así encuentras entre todos los taxis gente vendiendo cualquier cosa que os imaginéis, desde agua, refrescos, patatas fritas y helado hasta periódicos, cinturones, cazuelas, pendientes, bastoncillos de algodón o cualquier cosa que necesites.

Los matatus son baratos, pero no siempre son la mejor opción. Unas veces el tráfico está demasiado mal, y otras no necesitas pasar por el centro. También hay lo que nosotros llamamos taxis, pero son mucho más caros y nosotros solo los utilizamos por la noche. Para cualquier otra situación, la opción en un boda-boda, o simplemente boda.

Un boda-boda es un moto-taxi. Empezaron como bici-taxis que llevaban a gente entre las fronteras de Uganda y Kenia, así que se pasaban el día anunciando sus servicios gritando "boda-boda", su pronunciación del inglés "border-border", y al final se han quedado con ese nombre.

Ahora están por todos los lados, y normalmente llevan una moto en vez de una bicicleta. Puedes pararlos por la calle o cogerlos en una de las muchas paradas que hay por toda la ciudad. En los matatu normalmente vas a pagar el precio correcto, pero con los bodas siempre hay que negociar. Al principio es un poco difícil, pero después de unos días terminas aprendiéndote los precios según las distancias y todo se hace mucho más fácil, ofreces el precio que quieres pagar y si uno no acepta ya te llevará otro, que hay muchos.



Por supuesto, los boda-bodas pueden llevar a uno o dos pasajeros.


Aunque una moto no tiene porqué limitarse a un número tan reducido de pasajeros. Una moto es un trasporte familiar perfectamente válido. En España cuando tienes un niño te compras un monovolumen porque si no ya no te cabe la familia entera, aquí cuando tienes tres hijos te compras una moto.


Sí, mirad bien, hay tres niños.

Los boda-bodas son una manera muy útil de moverse por la ciudad, pero admitámoslo, es un poquitín peligroso. Así que hay un par de cosas que hay que tener en cuenta cuando coges un boda. Por ejemplo, no es mala idea llevar casco cuando montas en moto, así que nos hemos comprado unos cascos que nos llevamos siempre que salimos de casa y sabemos que vamos a coger un boda. Otra cosa que también está bien es tener tu boda de confianza, así que cuando coges uno que es bueno, o que te recomienda algún amigo, apuntas su móvil y le llamas cuando lo necesitas. Nosotros también tenemos nuestros bodas habituales, henry y Samuel, conducen con mucho cuidado y siempre nos dan el precio real sin tener que negociar...

Cuando has conseguido hacerte a todas estas cosas, estás listo para vivir en Kampala, la ciudad en la que en vez de haber gorriones, como tenemos en España, hay pterodáctilos volando por las calles.



Se llaman marabús, y la primera vez que ves uno volando por encima de tu cabeza sin saber de donde ha salido eso, de verdad que te parece que hay algo que no cuadra. Es incluso ahora, que estoy acostumbrado a verlos, y cada vez que veo uno posado en una farola tengo la sensación de que la farola se va a tronchar de un momento a otro.



Después de un mes en Kampala, ya tenemos nuestra vida del día a día, disfrutamos de la compañía de nuestros compañeros de piso, hemos hecho varios amigos, salimos de vez en cuando, vamos al cine, o al teatro... Estamos empezando a conocer la ciudad y, poco a poco, vamos saliendo de Kampala.

Seguiremos descubriendo juntos Uganda.