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viernes, 30 de noviembre de 2012

La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días (V): Karamoja - Kampala




Ver La vuelta a Uganda de wfogg - Parte V. en un mapa más grande


A) Parque Nacional del Valle de Kidepo
B) Kaabong
C) Kotido
D) Moroto
E) Soroti
F) Mbale
G) Jinja
H) Kampala


Día 14.

Nos levantamos temprano y recogimos el campamento para emprender rumbo al sur. La vuelta desde el remoto Kidepo la haríamos a través de Karamoja, la región más árida e inhóspita de Uganda.

Karamoja se encuentra en el Este de Uganda, y se extiende a lo largo de la frontera con Kenia, desde el norte hasta la zona central del país. Es la tierra donde viven los karamojong, una tribu que comparte su origen con los maasai que actualmente viven en Kenia y Tanzania. Los karamojong son altos, delgados y fuertes, y muchos de ellos llevan una shuka como vestimenta (la shuka es la manta de vivos colores con la que todos imaginamos a un guerrero maasai) y una larga vara que usan para dirigir al ganado.



Al igual que los maasai, los karamojong tienen como actividad principal el pastoreo, y para ellos el ganado (principalmente las vacas) es el motivo alrededor del cual se desarrolla su vida. Las vacas son lo más importante, y cuantas más vacas tengas más rico y más respetado eres.

Salimos de Kidepo y pusimos rumbo al sur. Nuestra primera intención era parar a saludar al padre Longinos, un misionero español que lleva en Karamoja desde 1978. Vive en el norte de Karamoja, y habíamos hablado con él para ver si era posible saludarle.

Nos invitaron a comer y estuvimos hablando con él un buen rato de toda la problemática que ha habido en Karamoja, de los cambios que ha habido en los últimos años y de cómo las cosas están mucho mejor ahora, especialmente en lo que se refiere a seguridad.

Y después de hacernos una foto todos juntos continuamos el camino hacia al sur.



El recuerdo de esa primera vez que iba a Karamoja es ir comprobando como el paisaje se vuelve más árido, va habiendo menos gente y de cómo te vas encontrando por la carretera niños que llevan el ganado a pastar.

Llegamos a Kaabong, una de las tres principales ciudades de Karamoja. Allí, gracias al contacto que nos había dado el padre Longinos, paramos en las oficinas de Medicos sin Fronteras, que tenían un mecánico que iba a intentar re-re-re-re-re-re-re-reparar los frenos
(por si no has visto las otras partes del viaje tenemos un pequeño problemilla con los frenos).

Mikel y Muskilda, unos españoles muy majos que trabajaban allí, nos dieron la bienvenida y enseguida estábamos otra vez en el taller dándole vueltas a los frenos.



Como os podéis imaginar, a estas alturas somos prácticamente unos expertos en frenos de tambor, y le vamos contando al mecánico todo lo que han ido intentando arreglar anteriormente.

Foto: © Zuzana Kazdová
  
Foto: © Zuzana Kazdová


Este mecánico sí que parecía saber más sobre el tema y, trabajando a la vez con los frenos de las dos ruedas traseras, fue el único que consiguió dejar la cosa, aunque no perfecta, de manera que no hubo que volver a parar por los frenos hasta Kampala. Premio para el mecánico de Médicos sin Fronteras en Kaabong.

Seguimos nuestro camino y tras alguna pequeña parada a admirar Karamoja conseguimos llegar a Kotido, la siguiente ciudad importante de Karamoja. Allí encontramos un sitio para dormir que fuera decente (dentro de las muy pocas opciones que hay), cenamos y tras un rato de agradable charla nos fuimos a dormir.
 


Día 15.

Desde que llegamos a Uganda hemos tenido un especial interés por Karamoja, quizá por lo remoto y por lo menos influenciado que está con respecto al resto de Uganda. Y este era el día en el que íbamos a intentar conocer cómo es realmente Karamoja (dentro de lo que se puede llegar a conocer algo en una visita tan corta).

Además, la idea de Óscar es enseñar Karamoja, pero no con la típica visita turística como se hace normalmente en Kenia o Tanzania en un poblado Maasai, donde vas, te dan el paseo, hacen el típico baile un rato, compre usted algo de artesanía Sr. Turista y "siguiente grupo, por favor". Lo que quiere Óscar es enseñar cómo es realmente la vida en Karamoja, no hacer un teatrillo para turistas en un pueblo. Así que en este viaje él también quería seguir mirando posibilidades en Karamoja para hacer algo así. En realidad será de las pocas agencias que hagan algo así en Karamoja, porque ahora mismo hay muy pocas agencias en Uganda que ofrezcan Karamoja en sus paquetes turísticos.

Nuestra idea para ese día era buscar un pueblo cualquiera y parar a hablar con ellos y que nos enseñaran cómo viven, cómo son sus pueblos... cómo son ellos en realidad.

Nos habían dicho que fuéramos a una zona donde hay un gran pueblo karamojong llamado Nakapelimoru, que se encuentra cerca de Kotido.

Salimos por la mañana y fuimos preguntando cómo llegar a Nakapelimoru, y cuando llevábamos unos pocos kilómetros pasamos junto a un pueblo que parecía realmente auténtico, no sabíamos si era Nakamelimoru o no, pero realmente ¿Qué más da como se llame? Así que decidimos parar y preguntar.

Nos os penséis que en estos pequeños pueblos de Karamoja no saben lo que es un coche o lo que es el hombre blanco, es un lugar remoto, pero hay coches, motos y bastante presencia de ONG, así que tampoco somos algo tan extraterrestre. Eso no quita para que posiblemente para algunos de los niños seamos el primer muzungu que ven en su vida, o que para muchos del pueblo sea la primera vez que se relacionan de cerca con uno. O incluso me atrevería a decir que, a juzgar por cómo muchos niños se señalan y se ríen en el reflejo de la furgoneta oscura de Óscar, es la primera vez que se ven reflejados en algo.

Obviamente nosotros no hablamos karamojong, aunque uno de los amigos de Óscar habla swahili, y como un hombre del pueblo también habla swahili nos comunicamos con ellos a través de él.

Le contamos que no queremos nada especial, que simplemente queremos saber si es posible visitar el pueblo, que nos cuenten un poco su vida y, si es posible, hacer algunas fotos.

Nos dicen que sí, que sin ningún problema y entramos en el pueblo, lo que ellos llaman una manyata (mañata en español).

Nos van enseñando las distintas partes del pueblo y nos explican cómo se estructura y el porqué es así, cómo son los diferentes apartados donde viven diferentes familias y nos enseñan cómo son las cabañas donde viven por dentro.

Al entrar en una de las cabañas y ver la luz que había allí, entrando únicamente desde la puerta, pensé que la luz era preciosa y que allí había esperando, de alguna manera, una fotografía. Más adelante esa cabaña sería escenario de una de mis mejores experiencias como fotógrafo. Pero si no os importa, esa historia la voy a dejar para contárosla más tranquilamente otro día.

Al principio queríamos ser respetuosos y no hacíamos ninguna foto, no queríamos ser el típico turista que llega haciendo fotos por todos los lados y a todo el mundo, al fin y al cabo nos estaban abriendo las puertas de su casa. Así que cuando salimos de ver la zona donde esa familia vive, le preguntamos al hombre si no les importaba que hiciéramos alguna foto, y nos respondió que eran los del pueblo los que le estaban preguntando que porqué no hacíamos fotos.

Así que sacamos las cámaras y se desató la locura.


Al principio hacíamos una foto, la gente te miraba, hacías otra... hasta que les enseñamos las fotos en la cámara... Ese es el momento en el que un enjambre de niños se abalanza sobre ti mirando la foto mientras se ríen y se señalan todos la foto mientras gritan todos a la vez repetidamente algo en karamojong que imagino que debe significar algo así como "soy yo, soy yo, soy yo...".



Foto: © Zuzana Kazdová

Aquello se vuelve incontrolable, muy divertido, pero una locura. Todo el mundo te pide que les hagas fotos, ellos solos, luego con sus hijos, los niños se cuelan por delante, se apartan unos a otros como pueden... Un caos.



Tras pasar unas horas con ellos, y tras enseñarnos varias partes del poblado, decidimos continuar. Nos lo estábamos pasando muy bien y era muy interesante, pero todavía nos quedaba mucho camino por delante.

Así que les dijimos que nos íbamos a marchar, nos acompañaron hasta la furgoneta, sin parar de hacer fotos, claro, y nos pusimos de nuevo en camino.


Foto: © Zuzana Kazdová

Desde allí bajamos directamente hasta Moroto, la otra ciudad principal de Karamoja, donde paramos un rato y, como queríamos llegar el día siguiente a Kampala,  seguimos el viaje hacia Soroti, ya fuera de Karamoja, donde llegamos a dormir.

Después de ducharnos disfrutamos de otra cenita tranquila en el jardín del hostal donde nos quedábamos, de nuevo una agradable charla después de cenar, recordando el viaje y el rato que habíamos pasado en el poblado karamojong, hasta que nos fuimos a dormir.



Día 16.

El último día del viaje decidimos simplemente llegar a Kampala, teníamos tiempo de sobra para parar en algún lugar de camino, pero preferimos llegar con tiempo
a casa y pensamos que lo mejor era volver directamente desde Soroti.

Salimos por la mañana de Soroti, pasmos por Mbale, atravesamos el Nilo al pasar por la ciudad de Jinja, y a primera hora de la tarde estábamos en Kampala, después de haber recorrido casi 3.000 kilómetros alrededor de Uganda.

Un gran viaje que estoy deseando repetir, pero con más tiempo, pudiendo parar tanto como sea necesario y disfrutar de cada parte del país como se merece.

Si alguno me queréis acompañar, estáis invitados. 




Acabas de leer la quinta parte del viaje, también puedes leer:

La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días - Parte II.
La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días - Parte III.
La vuelta a Uganda de wfogg en 16 días - Parte IV.