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viernes, 21 de noviembre de 2008

Las actividades en Kuching


Muy bien, ya sabéis que he estado dos veces en Gunung Mulu y que entre medias he hecho las actividades que tenía programadas con la agencia, esas que os comenté por primera vez hace mucho tiempo cuando os empecé a escribir sobre Borneo.

¿Y qué son las actividades esas? Pues visité un centro de rehabilitación de orangutanes, estuve como dos días y dos noches en una aldea Ibán y visité un día el Parque Nacional Bako. A Bako volví más tarde con Zuzana porque así también lo podía ver ella y a mí un día sólo se me quedó un poco corto, así que sobre Bako os cuento otro día.

El centro de rehabilitación de orangutanes se llama Semenggoh y está cerca de Kuching. En malayo, como en la mayoría de los idiomas, se llaman igual, pero se escribe separado: orang-utan, y es que en malayo "orang" significa "hombre" y "hutan" significa "selva", así que ya sabéis de donde viene el origen de la palabra orangután. Los orangutanes vivieron hace mucho tiempo en una amplia zona del sudeste asiático, pero ahora sólo pueden encontrarse en las islas de Borneo y Sumatra. Durante muchos años los orangutanes han sido cazados por los pueblos indígenas por su carne, por sí misma esta no es una razón para la disminución de su población, pero unido a los incendios, la deforestación por la industria maderera y las plantaciones de palma de aceite y su caza para souvenirs o el tráfico ilegal de mascotas, todo junto hace que los orangutanes hayan ido desapareciendo. Hoy en día los orangutanes son una especie protegida.

En Malasia hay dos centros de rehabilitación de orangutanes: Semenggoh en Kuching, en Sarawak, y Sepilok en Sandakan, en Sabah. En estos centros se reeduca a los orangutanes que son encontrados en cautividad para su reinserción en la selva y también son un punto de información y acercamiento para que la gente aprenda sobre los orangutanes. Pero existe una controversia en cuanto a su funcionamiento. Estos centros no están cerrados, sino que están abiertos a la jungla, y tienen unas horas de alimentación para los orangutanes, así que si los orangutanes tienen hambre vienen a esas horas a comer. Esto hace que los detractores lo vean como una atracción turística haciendo que los orangutanes que van a comer habitualmente pierdan sus hábitos de alimentación natural en la selva. Yo creo que las cosas no son blancas o negras. Es verdad que a las horas de alimentación es un poco como un espectáculo para los visitantes, pero hay orangutanes que por diferentes motivos no pueden ser reinsertados porque no se adaptan a los grupos de orangutanes salvajes; esto ocurre por ejemplo con orangutanes que han pasado demasiado tiempo en cautividad. Así que esos orangutanes pueden vivir en libertad con el apoyo de los centros de rehabilitación, ya que de otra manera morirían en la selva. Y si con esto se puede recaudar fondos gracias a las entradas o souvenirs, pues tampoco me parece tan mal.


De ahí nos marchamos a la aldea Ibán. Cuando pedí a la agencia en Kuala Lumpur que me lo preparara les dije que prefería ir sólo y no con un grupo de turistas, aunque tuviera que pagar más, porque lo que quería es hacer fotos de su vida normal y no de como se comportaban delante de los turistas. Así que después de cuatro horas en coche y media hora en una barca río arriba llegamos allí. Este sí que era mi primer paseo en canoa, y es de las cosas que más me han gustado, ir en la canoa de madera larga y estrecha por el río en medio de la selva.


Los Iban, como muchos otros pueblos en Borneo, viven en aldeas donde la construcción principal se llama "Longhouse". Una Longhouse, como su propio nombre indica, es una casa muy larga, y el concepto viene siendo asimilable a lo que nosotros llamamos "chalet adosados". Imaginaos una Longhouse vacía por dentro y la dividís a lo largo en dos partes (tenéis dos partes largas y estrechas); ahora una de esas dos partes alargadas la dividís en muchas otras partes (como los chalets adosados) y la otra la dejáis vacía. Pues eso es más o menos una Longhouse, muchas viviendas unifamiliares en un mismo edificio, normalmente de madera, que comparten una zona común. Esta es la zona común de la Longhouse que estuve visitando.


Esta zona está relativamente resguardada del calor y a salvo de la lluvia, y por las puertas entra luz para poder trabajar en ella. Aquí es donde se sientan, para hacer las alfombras, cestas y otros objetos que luego utilizan para su vida normal o para vender como objetos de artesanía.


También es la zona de relación social, cuando no tienen otra cosa que hacer se sientan aquí a hablar entre ellos o simplemente para estar tranquilamente. Esta gente no sabe lo que es el estrés, y lo digo en el buen sentido, no como crítica, y en general son menos expresivos que nosotros, imagino que por su modo de vida. Muchas veces podría parecer que están aburridos, pero simplemente están ahí, viendo pasar la vida. A veces me pregunto qué pasará por sus cabezas en esos momentos, en qué piensan... no me puedo hacer a la idea, no sé cómo es su perspectiva de la vida, sus necesidades, sus ideas o cuales serán sus preocupaciones; porque desde luego no son las notas que saca el niño en el colegio, la hipoteca, el seguro del coche, las próximas vacaciones, la política... la crisis económica mundial...



Y desde luego me niego a pensar que durante tantas horas su pensamiento sea algo así como "va a llover". En serio que me fascina la facilidad que tienen para llevar una vida sencilla; claro que eso es porque yo estoy acostumbrado a la vida en Madrid o ahora todo el día para arriba o para abajo. Probablemente ellos pensarán que cómo podemos llevar nosotros una vida así con relativa facilidad, porque desde luego nuestras vidas tiene infinitas más preocupaciones que las suyas.

Esa tarde estuve haciendo fotos casi todo el rato y por la noche hicieron una representación de la danza típica que hacían cuando los guerreros volvían a la aldea después de cortar unas cabecitas o simplemente después de una larga expedición. Mira que les dije que no hacía falta que actuaran delante de mí, que no tenían que hacer nada que no quisieran... pues nada. La sensación de "tenemos que hacerlo" que tenía durante el baile era continua. Primero hizo la danza el hombre y luego una chica, los dos bastante interesante, sí, y puedo entender que me viniera bien por las fotos, vale; pero que luego me sacaran a mí y al guía, nos pusieran un gorro con plumas a cada uno y nos pusiéramos los cuatro a bailar en círculos.... eso sobró de todas, todas. El único que se reía era el guía porque le importaba un pimiento. A petición popular aquí tenéis, una foto mía, para que no os quejéis os pongo una con el gorro de plumas en la cabeza. Podéis ver la cara de entusiasmo que tiene el hombre, creo que la chica y yo hicimos lo que pudimos.


Al día siguiente por la mañana nos fuimos río arriba para ver alguna de las cosas que hacen. Primero recolectaron cañas de bambú, recogieron una grande y varios brotes jóvenes para cocinarlos en la cena.


Llegamos a una zona en la que había un pequeño río con agua más clara y estuvieron pescando un rato para ver si cogían algo para la comida. Cogieron tres peces pequeños con la red, y buceando con unas gafas un poco antiguas y un arpón un poco rudimentario uno de los chicos pescó una gamba de río. Todo esto se pone en una rama y listo para cocinarlo en un rato.


Así que con eso y con lo que habían llevado desde la aldea prepararon la comida de una manera muy interesante. El menú era: algo de carne, los peces que acababan de pescar (y otros llevados de casa) y, por supuesto, arroz. Todo esto se prepara al lado del río con lo que la madre naturaleza te pone a disposición en su gigantesca cocina. ¿Por qué utilizar una cazuela cuando puedes utilizar una caña de bambú para cocinar el arroz y la carne?. Receta de arroz a la caña de bambú: Coge una hoja grande que has secado previamente y envuelve en ella el arroz. Reservar.


Vamos con la caña de bambú que acabas de coger en la selva. Córtala en tramos más pequeños teniendo cuidado de dejar un nudo en uno de los extremos. Ahora mete las hojas secas rellenas de arroz dentro de las cañas de bambú.


Ve al río más cercano, coge agua limpia y rellena los tramos de bambú. Cocinar a fuego moderado en la hoguera que acabas de hacer.


Una vez cocido el arroz, abre la caña de bambú con tu machete y sírvete, con la mano, claro, la cantidad que desees para acompañar la carne que has cocinado de la misma manera y el pescado que has hecho a la brasa.


Como os había dicho, el guía había llevado más pescado porque obviamente sabía que no iban a pescar suficiente para que comiéramos él, el hombre que nos llevaba, sus tres hijos y yo.

De vuelta en la aldea, seguí haciendo fotos de la gente hasta que vinieron a enseñarme un par de cosas: cómo utilizan la cerbatana y las peleas de gallos. Lo de la cerbatana bastante interesante porque me pareció bastante fácil y preciso, con lo inútil que soy yo en temas de puntería acerté las dos primeras y la tercera me salí por muy poco.


No os quejaréis ¿eh?, dos fotos mías en el mismo día.

Las peleas de gallos son una tradición que ahora es ilegal en Malasia, especialmente si hay apuestas de por medio. Las peleas de gallos sólo pueden hacerse con un permiso especial que se concede para algunos festivales o para demostraciones turísticas como en este caso, pero deben pararse antes de que uno de los dos gallos salga herido, o lo antes posible, claro.


Siempre que veo esta foto no puedo evitar pensar que es el gallo "Trinity" de Matrix y mi cabeza intenta ponerse a girar alrededor de los gallos voladores.

De todas formas, las peleas de gallos ilegales siguen siendo una realidad en Malasia, es cuestión de buscar, pero puedes gastarte tu dinero en las peleas de gallos todas las semanas.

Poco más tarde nos fuimos a cenar. En este tipo de visitas el guía lleva comida para los turistas y para la familia que los "acoge", aunque en mi caso yo no dormía en la vivienda de la familia, sino en otra caseta al lado de la Longhouse. El guía cocina ayudado por gente de la familia y se hacen varios platos para todos. Esa noche cocinaron los brotes de bambú y los platos habituales: arroz, pollo al curry, verduras fritas... Durante mi visita, se preparaba la comida, se ponía toda en el suelo y siempre era yo el que empezaba a comer el primero. Imagino que en el caso de un grupo de turistas primero comen los turistas y luego la familia, pero en mi caso empezaba yo y al rato iban viniendo los demás. Esa noche el guía les dijo que si podíamos comer todos juntos, yo lo prefería, pero aún así fui yo el que se sentó primero y empecé a comer antes que ellos.


En Malasia (como otros sitios) mucha gente come con las manos, bueno, mejor dicho, con la mano derecha. Pero no os creáis que sólo lo hacen en casa o en los restaurantes cutres de barrio, es así incluso en las bodas (en las bonitas, como la que os puse hace tiempo), así que no os penséis que es cosa de los Ibán o de los indígenas. Eso sí, lo que no vais a ver ni de coña, a no ser que vayáis a un sitio especial, es un cuchillo; aquí se come todo con tenedor y cuchara. De hecho yo lo primero que voy a hacer en cuanto llegue a casa es tirar todos los cuchillos a la basura. O si no al primer malasio que venga a visitarme le voy a llevar al Cuarto y Mitad a comer un chuletón y le voy a poner delante un tenedor y una cuchara, a ver qué es lo que hace.

Después de cenar nos quedamos hablando alrededor de la luz de una lámpara de aceite, bueno, mejor dicho, se quedaron hablando ellos y yo mirándoles, porque yo hablar Ibán... pues como que no se me termina de dar bien.


En la mayoría de los poblados tienen generadores eléctricos que encienden por la noche, así que ahora hay mucha gente que ve la televisión o ve películas en DVD o VideoCD (que aquí se lleva mucho). Aun así hay mucha gente que hace la "vida normal", es decir, se reúnen en grupos a hablar en la zona común de la Longhouse. Aunque a veces ves a un grupo de gente que solamente está sentada alrededor de una vela sin decir nada, simplemente estando ahí.


Al día siguiente nos volvimos a Kuching por la mañana. Nada más coger el coche, por la pista de grava del embarcadero a la carretera, el coche se estropea y tengo mi primera experiencia conduciendo por la izquierda y con el volante al otro lado. Nunca me hubiera imaginado que sería así, conduciendo un Protón (marca nacional malaya) que se caía a trozos, con más kilómetros que el transiberiano, prestado de una Longhouse Iban a un amiguete del guía y por un camino de cabras. Cosas que tiene la vida.

El fallo era la bomba de la gasolina, lo arreglaron por la tarde y nos volvimos con una peste a gasolina que tiraba de espaldas. Nos paramos a cenar por el camino y llegamos a Kuching por la noche, por lo menos a tiempo para la visita del día siguiente al Parque Nacional Bako.

Lo que pasó después ya os lo sabéis, un montón de historietas varias en Kuching. Menos mal que le dejé claro a la agencia que no me tenían que llevar al día siguiente al aeropuerto.

¿Cuándo llegas?


Pues al final me he decidido a comprarme el portátil este pequeñajo. Lo único que esta semana que estoy otra vez viajando, voy un poco más apretado y no tengo mucho tiempo, cuando llego al hostal lo que quiero es, o hablar un rato con la gente, o irme a dormir. Pero hoy sí que tengo tiempo, os escribo desde la estación de tren de Gua Musang, más exactamente desde el despacho del personal de la estación porque fuera no hay enchufes. Mi tren sale dentro de 5 horas así que prefiero enchufar el ordenador y que se vaya cargando.

He venido a este pueblo porque la guía de Lonley Planet dice que hay una cueva cerca de la estación, que el camino hasta ella es difícil pero que merece la pena. Bueno... estoy de acuerdo que el camino es complicado, pero yo describiría mi sensación al llegar allí
más bien como "bastante decepcionante". La cueva a lo mejor no está tan mal (aunque tampoco es para tirar cohetes), pero está llena de basura y pintadas, así que he venido aquí para nada.

Imagino que ya habréis notado que no he vuelto el 11 de noviembre, y para eso he tenido que cambiar mi billete. Es gracioso, cuando pregunté en Madrid al chico de Malaysia Airlines cuánto me contaría cambiar mi billete de la tarifa de 3 meses a la de 6 meses me dijo que 150€. Así que entonces pensé que me sacaba la de tres y que si lo necesitaba, por ese precio, me cambiaba el billete. Bueno, pues no le hagáis nunca caso al chico de Malaysia Airlines de la oficina de Madrid. Cuando llegué a Kuala Lumpur pregunté en el aeropuerto para asegurarme y me dijeron que me costaba 360€. Entonces pensé que mejor lo hacía todo en tres meses y me volvía. Luego ocurrió que se me alargó el tiempo en Borneo y decidí que pagaba los 360€. Nada más volver de Borneo fui a las oficinas de Malaysia Airlines a cambiar el billete y cuando fui a pagar me dijeron que eran 417 Libras... Unos 535€. Vaya por Dios, lo caro que está todo, si es que el pescado está por la nubes... y las patatas... ni te digo... bueno, bueno... y los billetes de avión, esos sí que están por las nubes... esto debe ser cosa de la crisis esa tan mala. Nada, es demasiado dinero, no cambio el billete y decido ver si lo puedo solucionar de alguna manera. Sólo tengo una semana y prácticamente no he visto nada de la península.

Pero tengo un plan B. En agosto, cuando iba por el Ministerio de Cultura de planta en planta preguntando por los actos de celebración de la "Merdeka" sin que nadie tuviera ni idea, terminé por casualidad en un sitio que había una rueda de prensa del Festival Internacional de Cine de Kuala Lumpur, que es del 26 al 29 de noviembre. Asi que me puse a hablar con el chico que estaba en la puerta y me llevé una bolsa con una camiseta y otros regalitos. Cuando volví de Borneo me puse en contacto con él diciéndole que estoy interesado en asistir al Festival como fotógrafo pero que para eso tendría que cambiar mi billete de avión. Tras un par de correos y mientras espero una respuesta se lo pongo muy claro: si el Festival se hace cargo del cambio de billete de avión me comprometo a hacer fotos en el festival y a contactar con medios españoles o sudamericanos que pudieran estar interesados en el festival (cosa que haría de todas formas). Finalmente, tras una conversación con la directora del Festival, llegamos a un acuerdo y la semana pasada cambié el billete y la directora me dio el importe del cambio (2400 ringgits).


Así que el 10 de diciembre por la noche cojo un vuelo a Londres y llego el 11 por la mañana. Y el 17 de diciembre cojo otro vuelo de Londres a Madrid y llego a las 5 y media de la tarde a la T-4. Zuzana vuela directamente de Kuala Lumpur a Madrid (con escala en Frankfurt) y llega el 18 sobre las 10 de la mañana. De momento no vamos a estar mucho en Madrid, el 21 nos vamos a Eslovaquia a pasar las Navidades en casa de Zuzana y volvemos el 27. La Nochevieja la pasaremos en Cáceres, como todos los años, y luego en enero... pues no sabemos todavía. Ya os diremos cuando sepamos algo.

Nos vemos...

lunes, 3 de noviembre de 2008

¿Por qué Javi da tantas vueltas por Borneo?


Esto de contaros por donde voy pasando está muy bien, pero si sólo os cuento este tipo de historias os perdéis los pequeños detalles que construyen la aventura. Así que antes de seguir os voy a contar un par de cosas para que vayáis entendiendo por qué mi viaje por el norte de Borneo ha sido un poco caótico (esta va con poquitas fotos).

Mi plan después de dejar a Zuzana y Tomas en Miri era ir a Kuching, en el sur de Sarawak, y empezar a visitar los dos estados de abajo hacia arriba. La idea era que, después de hacer las actividades que tenía preparadas por la agencia en Kuching, iría la Oficina de Turismo de Sarawak (en inglés Sarawak Tourism Board, es decir STB) para pedir información y ver si estarían interesados en comprarme alguna foto. Después de eso seguiría hacia el norte hasta el parque Gunung Mulu viajando por tierra y parando en los sitios que fueran interesantes. Luego pasaría a Sabah donde visitaría los sitios interesantes de ese otro estado y me volvería a Kuala Lumpur. Como véis todo muy bien pensado y ordenadito.

Así pues, la última noche de la actividad con la agencia, al llegar a Kuching y antes de irme a la cama en el hotel que me habían reservado, me fui a buscar un albergue baratito para la noche siguiente. Encontré un sitio que parecía que estaba bien y reservé una cama en el dormitorio común para una noche.

Cuando salí del albergue recordé que cuando fui al periódico en Kuala Lumpur a enseñar mis fotos de la celebración del día de la independencia, el editor gráfico jefe me dijo que cuando fuera a Borneo le llamara y me daría los contactos de sus fotógrafos allí por si necesitaba alguna ayuda. Así que le llamé por teléfono, hablamos un rato y me mandó un mensaje con el teléfono de Nadim, un fotógrafo local en Kuching al que llamé y con el que quedé para el día siguiente. A la mañana siguiente (viernes) me fui para el albergue... y allí cambió todo.

Nada más llegar conocí a Anddreas, un guía local al que le encanta la fotografía. Después de hablar con él un rato y decirle que quiero ir al STB a buscar algo de financiación me escribe en un papel el nombre de su amigo que trabaja allí, me dice que hable con él y que le diga que voy de su parte. Así que como veo que la situación es favorable, decido que cuando vaya al STB también voy a preguntar por financiación para el libro que me gustaría publicar con fotos del viaje en Malasia.

En la reunión con el STB parece que en cuanto a ayudas en Sarawak puede ser un buen primer contacto, relleno un formulario de solicitud de patrocinio y el chico me dice que se lo entregará a su jefe y que ya me dirán. Para facilitar las cosas dejo bastante abiertos mis viajes adaptándome a sus necesidades. Desgraciadamente para la financiación del libro el STB no es el sitio adecuado porque ellos no financian con dinero, para eso me recomienda que hable con el Ministerio de Turismo y me da la dirección y el teléfono de la sede en Kuching.

Cuando salgo de allí llamo inmediatamente al ministerio y cuando una mujer me responde al teléfono, automáticamente empiezo a contarle la historia que le cuento a todo el mundo: “Soy un fotógrafo freelance español que estoy trabajando en Malasia durante 4 meses y bla, bla, bla…”. A los 15 segundos me corta y me dice “¿pero qué es lo que quiere exactamente?”… a lo que desde lo más profundo de mi corazón y sin pensarlo sale una sola palabra clara y concisa: “sponsorship”. Un silencio de un par de segundos, me pasa con un hombre al que le explico lo mismo y me dice que le de mi número de teléfono y que me llamarán en un rato. Una respuesta un poco atrevida esa de “sponsorship”, pero así no hay ninguna duda ni malentendido, saben que voy a pedirles pasta. A los 20 minutos me suena el teléfono y es del Ministerio de Turismo: tengo una entrevista el lunes a las 2.

Con todo esto, como comprenderéis, decido quedarme el fin de semana en Kuching en espera de todo lo que pueda pasar el lunes. Así que aprovecho el fin de semana para darme un par de paseos con Nadim, el fotógrafo, pasar el rato con Anddreas escuchando historias de Sarawak, y disfrutar del ambiente en el albergue, que la verdad está bastante bien. El albergue lo llevan unos jóvenes Ibán. Los Ibán son uno de los pueblos indígenas de Sarawak, quizás el más conocido, y si vais a algún poblado alguna vez, es muy probable que sean Ibán. Estos chicos son bastante modernos, tocan la guitarra (casi todas las noches) y visten de una manera bastante actual, aunque muchas veces sin camiseta. Durante los días que estuve allí hicieron una fiesta de cumpleaños para uno de los del albergue a la que todos estuvimos invitados.


Otro día Anddreas decidió que sería divertido hacer una cena para todos los que estábamos en el albergue, así que se fue a comprar comida para todos y luego cocinaron varios platos típicos (Anddreas es el de amarillo).


Y prácticamente cada noche la gente del albergue se entretenía tocando la guitarra en la terraza... después de varios días me sabía las canciones de memoria.


En general un ambiente de fiesta y haciendo nuevos amigos, la verdad es que estuvo bastante divertido.


Dos de de los chicos de allí tienen un taller de tatuajes donde hacen tatuajes tradicionales Ibán. De hecho, todos los chicos que llevan y trabajan en el hostal tienen tatuajes Ibán tradicionales, está muy bien, porque intentan mantener vivos los tatuajes Ibán. Hoy en día estos tatuajes se están perdiendo poco a poco, ya que en las tribus no hay “necesidad” de mostrar las proezas de los distintos viajes o como cortadores de cabezas, que es lo que simbolizaban hace años. Durante el fin de semana Ernesto y Robin, los del estudio de tatuajes, iban a hacerle un tatuaje tradicional a un chico de Estados Unidos que vive en Corea y que había venido desde allí para hacerse el tatuaje (y de paso a visitar Malasia), así que me dijeron que si quería podía ir a hacer fotos de la sesión. Estos tatuajes tradicionales se hacen con dos varas, una de ellas tiene la aguja (las hay más finas o más gruesas) y con la otra se van dando golpecitos para ir dibujando el tatuaje.


El lunes por la mañana hablo con Nadim respecto a la entrevista en el Ministerio y me pregunta que si tengo pantalones largos, que al Ministerio es mejor ir con pantalones largos porque si no a lo mejor no me toman tan en serio. Como podéis imaginar, en el plan que viajo y con el tipo de sitios que voy visitando, pues mucha ropa formal no me he llevado a Borneo. Así que Javi se marcha al centro comercial, se coge un par de dependientas para que le ayuden y se compra unos pantalones y… atención… ¡una camisa! A lo mejor algunos de los que leéis esto no me conocéis tanto, pero verme en camisa quizá no es lo más habitual precisamente. Que no cunda el pánico, la camisa la llevo por fuera. Procuré comprarme las dos cosas a juego con mis botas de montaña aprovechando que son de piel, porque desde luego no me iba a comprar unos zapatos.

Así que salgo del albergue totalmente preparado y con algo de tiempo hacia la dirección del Ministerio que me ha dado Anddreas unos minutos antes. Llego allí y empiezo a preguntar por todos los lados para encontrar donde está la persona con quien me tengo que entrevistar (como es habitual en todos los sitios por aquí, preguntar mil veces hasta que consigues averiguar lo que quieres). Después de un cuarto de hora, busco la dirección que me dio el chico del STB y resulta que no es allí donde tengo que ir, vaya. Salgo a la calle y se ha puesto a diluviar, una de estas lluvias tropicales tan majas. Me cojo un taxi y le doy al taxista la nueva dirección, son las 2 menos 5. Medio minuto más tarde recibo una llamada; que el señor del ministerio acaba de terminar una reunión, que lo sienten mucho pero que posponen nuestra reunión para el día siguiente a las 9 de la mañana. Al albergue.

Por la tarde intento hablar con el chico del STB con el que estuve hablando el viernes y no está en la oficina. Definitivamente dejo las cosas estar, mañana será otro día.

Al día siguiente a las 9 estoy en el Ministerio de Turismo y me entrevisto allí con dos personas. Desafortunadamente no podían ayudarme en la publicación del libro porque quiero que el libro sea de toda Malasia y no sólo de Sarawak, así que me dijeron que tengo que solicitar la ayuda a través de la sede central del Ministerio en Kuala Lumpur. Una pena porque de verdad creo que si hubieran podido decidir sobre la subvención me la habrían dado, estuvimos hablando durante 2 horas y media y estaban muy interesados en mi proyecto. Incluso me dijeron que en el STB dijera que había estado hablando con ellos, ya que conocían al jefe del chico con el que había estado hablando. Esto es más importante de lo que parece porque la Oficina de Turismo de Sarawak depende del Ministerio de Turismo a la hora de gestionar su presupuesto, así que una recomendación del Ministerio es bastante favorable a la hora de tomar decisiones en el STB.

Desde allí me fui a las oficinas del STB pero el jefe estaba de viaje y no iban a tener una respuesta hasta su vuelta el miércoles por la mañana. Al día siguiente me reúno con el chico del STB y finalmente no me hizo falta ninguna recomendación, el STB me patrocinaba con 200 ringgits el viaje al Parque Gunung Mulu y con 1000 ringgits (en total las dos cosas son unos 250€) un viaje con Anddreas como guía al centro de Sarawak a visitar poblados indígenas de distintos grupos étnicos, entre ellos los Penan. Los Penan son el grupo que más ha defendido sus costumbres, sus tradiciones y sus tierras ante la llegada de los diferentes colonizadores que han pasado por la historia de Borneo; de ahí que sean de los mejores considerados entre los grupos étnicos que viven en Malasia.

Así que con todo esto decido que me voy inmediatamente a Mulu, reservo un vuelo para el día siguiente por la mañana de Miri a Mulu y me cojo un autobús nocturno de Kuching a Miri (12 horitas de viaje).

Antes de marcharme hablo con Nadim para contarle como ha ido todo. Nadim es musulmán y en esos días estábamos inmersos en el ramadán, ese periodo de tiempo en el que los musulmanes no comen, beben o fuman y reducen otra serie de actividades desde el amanecer hasta el atardecer. El ramadán cambia sus fechas cada año con respecto al calendario gregoriano (el que usamos nosotros), pero concluye con el año nuevo del calendario musulmán. En malayo, “Hari Raya” significa "día de celebración" y podría decirse que equivale a nuestra Navidad en cuanto a celebraciones. Este año el Hari Raya se celebraba el día 1 y 2 de octubre y, como muchas celebraciones en Malasia, se celebra con jornadas de puertas abiertas, en este caso en los barrios musulmanes. Así pues Nadim me invitó a pasar el Hari Raya con él y disfrutar de las jornadas de “openhouse” en su barrio la semana siguiente cuando volviera del Parque Gunung Mulu.

Hay que ver, y yo que pensaba pasar de puntillas por Kuching… y casi saco petróleo de aquí.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Gunung Mulu National Park


Esta vez sí que hace tiempo que no escribo... a ver si consigo ponerme al día.

Esta entrada os la empiezo a contar desde el hostal en Kuching, aunque sé que la terminaré en Kuala Lumpur. Hoy es el último día antes de dejar Borneo tras un viaje lleno de improvisación en el que las 4 semanas previstas se han convertido en 7 y en las que he pasado tres veces por Sabah y otras tres por Sarawak. Aquí hay tantas cosas que ver... Borneo es la cuarta isla más grande del mundo (sólo por detrás de Australia, Groenlandia y Nueva Guinea), yo sólo he estado en la parte de Malasia y os aseguro que podría estar aquí un año haciendo fotos sin parar y me quedaría corto... impresionante.

Hoy os voy a contar cómo me ha ido en el Parque Nacional de Gunung Mulu. Este parque es uno de los dos Parques de Malasia protegidos por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad. El otro es el Parque Nacional Kinabalu, aunque ya os conté algo en la última entrada, el plato fuerte lo dejamos para otro día. Estos dos parques se merecen una entrada a parte, así que vamos allá.

Durante este tiempo he pasado dos veces por el Parque Gunung Mulu, la primera de ellas fue con Zuzana y con Tomáš (leáse como Tomash, el final parecido a cuando haces callar a alguien, pero en corto, claro). Ante la preocupación general, tranquilidad, su pié se recuperó bastante rápido, no hicimos ninguna ruta difícil y pudo andar con nosotros con bastante normalidad. A estas alturas su pié derecho está perfectamente. Pero bueno, vamos al grano.

El sábado por la mañana nos montamos en uno de esos aviones con hélices que vuelan por encima de la selva, porque para llegar a Mulu o llegas así o tienes que coger autobús y barco, y sabe Dios lo que se tarda en llegar (además seguro que es más caro que el avión). Después de un viaje de media hora adentrándonos en Borneo aterrizamos en un pequeño aeropuerto y nos vamos al parque dispuestos a pasar allí el fin de semana.

Cuando llegas al parque, lo primero que haces es ir a la oficina y planeas tu estancia allí decidiendo lo que vas a visitar. Uno de los principales atractivos del parque son "Los pináculos", unas formaciones rocosas en forma de aguja que sobresalen por encima de las copas de los árboles. Teníamos muchas ganas de ver los pináculos, pero para llegar hasta el mirador hacen falta tres días y dos noches y no disponemos de tanto tiempo... vaya, otra vez será. Tras coger una habitación nos damos un paseo para tener un primer contacto y para ver qué tal está el pié de Tomáš. Todo bien, Tomáš puede andar casi con normalidad y nos vamos haciendo al calor, la humedad, la vegetación...


...y aunque el Parque Gunung Mulu no es el mejor sitio para ver animales (de hecho es bastante difícil ver algo realmente interesante), nos encontramos con algunos pequeños animales como alguna hormiguita o algún lagarto.



El otro gran atractivo de este parque son sus cuevas, para eso sí que tenemos tiempo. La red de cuevas de Mulu tiene más de 300 Km explorados (más lo que queda por descubrir) y la espeleología es una de las actividades que atraen aficionados al parque. Entre sus tesoros escondidos se encuantra la cámara subterránea más grande del mundo, se llama "Sarawak Chamber" y en ella cabrían hasta 20 campos de fútbol o 10 aviones jumbo en línea. Esta cueva no está dentro de los itinerarios habituales sino en los de espeleología, y para visitarla hay que estar federado, demostrar que tienes un nivel mínimo en espeleología o haber hecho algún otro recorrido en Mulu y que el personal del parque certifique que estás preparado para ello. Aún así, si os gustan las cuevas no os vais a ir de aquí defraudados.

Esa misma tarde nos apuntamos a la visita guiada a Langs Cave y Deer Cave. Langs Cave es una pequeña cueva con interesantes formaciones de estalactitas y estalagmitas, está bien y sirve para abrir boca antes de la visita a Deer Cave. Desde Langs Cave se va directamente a la entrada de Deer Cave (están prácticamente al lado). Deer Cave es el pasaje más grande del mundo, es decir, se puede entrar por un lado y salir por el otro, pero la visita se hace entrando y saliendo por el mismo sitio y las dimensiones de la cueva la verdad es que son considerables.


Pero no solo eso, la "cueva del ciervo" es el hogar de más de dos millones de murciélagos, son esas manchitas que se ven en la parte de arriba de la foto. Todos los días, al atardecer, los miles de murciélagos de Deer Cave salen en busca de comida formando ráfagas interminables. Cerca de la entrada hay un punto de observación desde el que te puedes sentar a observar el espectáculo.


La vuelta a las habitaciones se hace cuando cae la noche por un camino iluminado. Una de las cosas que más rabia me da es no haber tenido una grabadora para que podáis escuchar los sonidos de la noche en Gunung Mulu. Una pena, vais a tener que ir vosotros mismos para escucharlos porque es increíble la variedad de sonidos que hay en la selva.

A la mañana siguiente hicimos el Canopy Walk del parque, que con 480 metros de longitud es el más largo del mundo, y antes de coger el avión de vuelta a Miri nos dimos un último paseo por el parque y otro al aeropuerto, que no está tan lejos.

Una de las cosas que pregunté en las oficinas del parque es acerca del famoso permiso para hacer fotos. Bueno, pues en Gunung Mulu es necesario permiso para fotógrafos profesionales, especialmente imprescindible para llevar el trípode a las cuevas porque si no está estrictamente prohibido. Así que me dijeron que lo solicitara al director de los parques del departamento forestal de Sarawak en Kuching.

Desde Mulu Zuzana y Tomáš se marcharon a Kuala Lumpur y yo empecé mi aventura en solitario por Borneo con dirección a Kuching. Allí, además de algunas actividades que ya os contaré, hablé con el director de los parques que me dijo que no tenía tiempo para solicitar el permiso porque lleva más de un mes conseguirlo. Así que me dijo que no puedo usar el trípode en las cuevas pero que viniendo de tan lejos me autorizaba a hacer fotos en el parque y me dió su móvil por si alguien ponía pegas, para que le llamaran y él les explicaría que tengo permiso.

Dos semanas más tarde Javi vuelve al Parque Gunung Mulu, principalmente para subir a los pináculos y hacer la foto imprescindible si quiero escribir algún artículo sobre el parque. Para ver los pináculos hay que coger un bote durante una media hora y luego hacer una ruta por la selva de casi nueve kilómetros hasta un lugar llamado Campamento 5. Allí se hace noche y al día siguiente se sube al mirador y se vuelve a bajar al Campamento 5. Y al día siguiente se suele volver por el mismo camino hasta las oficinas del parque o hacer algún otro camino desde el Campamento 5.

Nada más llegar al parque encuentro un chico, Casius, y una chica, Alison, con los que compartir grupo para ir a los pináculos. Porque claro, el bote río arriba hay que pagarlo, además para subir al mirador es obligatorio ir con guía y también hay que pagarlo. Una hora más tarde nos montamos en el bote con lo imprescindible en las mochilas rumbo al Campamento 5.

El paseo en bote no es el primero que hago a estas alturas, pero me encanta disfrutar de la selva desde una de esas canoas largas y estrechas en las que vas sentado en fila. Y luego el camino hasta el Campamento 5 no es muy complicado y lo hacemos sin dificultad.


Esa tarde, antes de irnos a la cama, tenemos una charla con el guía, la charla que cada guía tiene con su grupo antes de subir a los pináculos. Entre otras cosas, el guía nos explica que hay un punto con una roca llamada el minipináculo a la que si no se llega en una hora se considera que se va demasiado lento. También nos explica que en la parte final hay una zona de cuerdas y escaleras y que si no se llega allí antes de la 1 no se permite seguir porque no daría tiempo a volver al campamento 5 antes de la noche. Por último nos dice lo que hay que llevar en la mochila: comida, barritas energéticas o similares, una linterna por si se hace tarde, chubasquero y lo más importante, agua, tres litros de agua por persona; nos dice que depende de cada uno, pero que lo recomendado es tres litros cada uno… él nos dijo que lleva medio litro porque está acostumbrado. Yo, como la verdad es que llevo bastante bien el no beber y ya tenía los casi 5 kilos del equipo, la linterna y la comida, decidí llevar una botella de litro y medio.

Al día siguiente nos levantamos para desayunar bien y salir a las 6 y media de la mañana. Los pináculos es una ruta de sólo 2,4 kilómetros pero en los que se sube un desnivel de 1.100 metros por un camino lleno de piedras puntiagudas y raices en el que apenas hay tramos horizontales ni sitio para pisar plano. Como os lo explicaría… imagino que todo influye, que hace casi cuatro años que no corro y ya no estoy tan en forma, que empezamos un poco rápido… pero el caso es que subir a los pináculos es la ruta que más me ha costado en mi vida, pero con mucha diferencia. No me la esperaba tan dura.

A mí me gusta bastante ir a andar a la montaña y aunque no voy muy a menudo, ni mucho menos, algo he hecho. Me he hecho el Cañón del Colorado con la mochila encima cargada con un par de garrafas de agua y la tienda, las últimas veces que me he dado un paseo por la montaña lo he llevado bastante bien... además me he corrido un maratón, que físicamente es bastante exigente… después de estas cosas uno piensa que con algo de esfuerzo puedes afrontar casi cualquier cosa, pero ahora sé que no es así. Os aseguro que antes de llegar al minipináculo pensé varias veces que no lo conseguiría. Hacer una ruta exigente en la selva, con el calor y la humedad, es algo muy diferente a cualquier otro tipo de montaña. Se suda muchísimo, una barbaridad, la camiseta y los pantalones acabaron completamente empapados, y cuando digo empapados es literal, no húmedos, sino como si te tiraran un cubo de agua encima.

Después de parar en el minipináculo (que hicimos en algo menos de 45 minutos), descansar un poco y beber algo de agua veía las cosas un poco más claras; me iba a costar mucho pero yendo a mi ritmo y con paciencia sería cuestión de tiempo. Un poco más adelante Casius se dio cuenta que por error había cogido tres botellas en lugar de dos… siempre tendré la duda de si lo hizo a propósito porque yo sólo había cogido una, pero a mí me vino de maravilla. Me bebí medio litro de agua, Alison bebió otro poco y dejamos la botella en el camino para no cargar con ella y recogerla a la bajada. Hubiera podido hacerlo sólo con mi litro y medio, seguro, pero la botella de Casius fue como una bendición.

Así que después de cuatro horas de subida llegué (en último lugar de mi grupo) al mirador desde el que se ven los pináculos. Allí nos sentamos a descansar y disfrutamos de la comida, agua y las ardillas que salen de vez en cuando a ver que se dejan los locos que se atreven a subir hasta allí.


Cuando llegamos al mirador estaba nublado, y recordemos que mi mayor razón para subir hasta allí es la foto, si no como voy a escribir un artículo sobre Mulu sin tener una foto de los pináculos. Luego salió el sol y pude hacer alguna que otra foto, pero no con cielo azul, ya veremos. De todas forma en los pináculos no hay muchas opciones, hay un punto desde el que todos hacemos casi las mismas fotos, si pudieras estar allí al amanecer o al atardecer puede que se consiguiera algo mejor, pero bueno, por lo menos tengo la foto.

Casius, que había sido el primero en llegar arriba (junto con el guía), fue el primero en empezar la bajada, después se marchó Alison y yo me quedé a esperar por si salía el sol (el guía siempre baja con el último). La bajada es tan dura como la subida y suele tardarse lo mismo en bajar que en subir. Al no haber zonas planas vas constantemente pisando sobre las raices y piedras, así que tienes que tener mucho cuidado de no torcerte un tobillo. En la bajada nos juntamos con Alison y en otras cuatro horas estábamos en el Campamento 5. Por supuesto, Casius no había recogido su tercera botella pensando que a nosotros nos vendría mejor.

Lo primero que hice nada más llegar al Campamento 5 fue coger otra botella de agua e inmediatamente ir al río, quitarme las botas y los calcetines, y meter los piés en el río mientras hacía con la boca el sonido “sssssshhhhhhhh”. En ese momento vino Casius a ver como estaba y me dijo que si quería que me preparaba un té con mucha miel… mmmmmhhhmm… mieeeel… Es increíble como reacciona tu cuerpo ante el estímulo del azúcar cuando lo necesita. Que majete este Casius, al rato me trajo el té que disfruté con los pies en el agua como uno de los mejores tés de mi vida mientras contemplaba las vistas desde el Campamento 5 al atardecer.


Al día siguiente volvimos a madrugar para hacer los casi 9 kilómetros de vuelta hasta el río porque queríamos ver otras dos cuevas: Wind Cave y Clear Water Cave. Junto con las dos cuevas que había visitado con Zuzana y Tomáš, estas otras dos cuevas son las que forman el conjunto de 4 cuevas más visitadas en Gunung Mulu, así que a mí me vino muy bien.


Después de eso decidí que necesitaba un descanso, así que en los dos días que me quedaban en el parque hice alguna ruta suave buscando insectos y me fui a hacer fotos de la salida de los murciélagos desde dentro de la cueva en un punto en el que hay unas rocas que hacen un perfil con la cara de Abraham Lincoln.


Otra cosa que hice fue el paseo nocturno, muy interesante, en él se pueden ver insectos, arañas y algún otro animalito. Es impresionante como los guías, en medio de la noche, completamente a oscuras, de pronto giran la linterna y dicen: allí, un buho.


Hay un par de caminos más que me hubiera gustado hacer en Mulu, pero el tiempo es limitado así que con esto terminé mi visita al parque. Pero... ¿es esto todo lo que se puede hacer en Mulu?... pues no. Si de verdad te gustan las emociones fuertes y te apetece disfrutar del parque Gunung Mulu, hay algo más que puedes hacer. En malayo "gunung" significa "monte", así que el Parque nacional de Gunung Mulu es en realidad el Parque nacional del Monte Mulu. Hay una ruta que es el "Summit trail" y te lleva a la cima del Monte Mulu. Es un camino de 4 días y 3 noches y tienes que llevar en la mochila todo lo necesario, es decir, saco, aislante, ropa, comida y bebida para 4 días... Cuando los guías te hablan del camino a los pináculos te dicen que es relativamente fácil, que el camino al Monte Mulu... ese sí que es duro de verdad. Si el camino a los pináculos son 2,4 kilómetros, en el camino a la cima del Monte Mulu tienes un día 7 kilómetros de subida continua con la mochila cargada de verdad.

Que queréis que os diga, como os he dicho antes, ahora sé que hay cosas que no podría superar, con entrenamiento sí, claro, pero ahora mismo, después de los pináculos, el camino a la cima del Monte Mulu me viene grande. Que pase el siguiente.

martes, 23 de septiembre de 2008

Borneo, pero vamos por partes


Cuanto tiempo ¿no?


La verdad es que me acuerdo bastante vosotros, esto del blog está muy bien porque tengo la sensación de poder hablaros directamente, y además con las fotos me parece que puedo contaros más cosas que simplemente con un correo masivo. La pena es que me lleva mucho tiempo y no puedo actualizarlo tanto como quisiera. Bueno, vamos a ver que sale.

Os voy a contar sólo las cosas más importantes y algo resumidas porque ayer me puse a preparar una entrada en mi cuaderno y cuando llevaba dos página y media vi que no tenía sentido y que lo mejor era escribirlo directamente. Así que, como hoy os escribo desde Borneo, creo que lo mejor es que empiece a contaros cómo me van las cosas por aquí, y lo que hice antes de venir os lo contaré más adelante, que además no tengo aquí todas las fotos de antes de venirme.

Así que vámonos todos a Borneo.
En la isla de Borneo hay una parte que pertenece a Indonesia. Otra parte pertence a Malasia, en la que están dos de los trece estados malayos: Sabah al noreste y Sarawak al suroeste. Y entre estos dos estados, pegado a la costa, está Brunei. Os pongo un mapa para que podais ir mirando por donde voy.


Así que el martes 9 de septiembre Tomas y yo nos montamos en un avión con destino a Kota Kinabalu, en la costa oeste del estado de Sabah. Ya cuando íbamos sobrevolando Borneo y nos asomamos por la ventana nos pudimos ir haciendo una idea de lo que nos íbamos a encontrar.


Los primeros días los tenemos más o menos organizados con una agencia. Os cuento en resumen: en uno de mis paseos a Tourism Malaysia me pusieron en contacto con uno de los jefes de una agencia que tiene clientes en España para que me ayudaran a decidir qué era lo más conveniente visitar en Borneo. La verdad es que me han ayudado sin cobrarme nada más que una excursión que hicimos con ellos; la reserva del albergue en Kota Kinabalu, todos los consejos de qué visitar o la organización de mi viaje de la semana pasada en Sarawak con otra agencia no me lo han cobrado.

Así que aterrizamos en Kota Kinabalu, nos vamos al albergue en el que teníamos reservada la habitación, quedamos con el chico de la agencia (que es de Uruguay) y siguiendo sus consejos decidimos que al día siquiente nos vamos a ver el Parque Kinabalu y que el jueves nos vamos a ir a ver unas islas que hay allí cerca.

Esa noche nos damos un paseo para ver como es un poco la ciudad. Kota Kunabalu no tiene mucho, pero tiene un mercadillo nocturno que es de los que más me han gustado hasta ahora. Allí se vende el pescado que se ha recogido durante el día, fruta, verdura... y también tiene una parte en la que te puedes sentar a comer algo.


A la mañana siguiente nos vienen a recoger para ir al Parque Kinabalu y nos montamos en el minibus echando una peste a repelente de insectos que tira para atrás, por supuesto todo el mundo lo nota nada más entrar, fue gracioso.

La excursión estuvo bien, un poco turística pero aceptable. Ya sabéis que a mí me gusta viajar más a mi aire, pero el Parque Kinabalu no está pegado a Kota Kinabalu que digamos y si vas sólo
un día en autobus no da tiempo a ver todo lo que vimos. Estuvimos dando un paseo por el jardín botánico y por uno de los caminos del parque con explicaciones del guía sobre como usan las plantas los indígenas. Hacer una foto decente en la selva es un poco difícil, os pongo una que no es nada del otro mundo pero para que os hagáis una idea de lo lleno de plantas que está esto.


Después nos llevaron a ver lo que se considera la flor más grande del mundo. Es una planta que se llama Rafflesia y que según la especie tiene flores más o menos grandes, pero en todo caso mucho más grandes que una margarita.


Y para terminar fuimos a un sitio donde había unos baños termales y un Canopy walk, que consiste en colgar unos puentes entre los árbloes para que puedas dar un paseo por entre las ramas, es curioso.


Cuando nos bajamos de los árboles nos dimos un bañito en las piscinas de aguas termales del manatial que hay allí.


Otro paseito por Kota Kinabalu, una cena en el mercadillo nocturno y a la cama.

Al día siguiente nos fuimos a visitar tres de las islas que forman el Parque Nacional de Tunku Abdul Rahman muy cerca de Kota Kinabalu. Bueno, que deciros... mejor os pongo un par de fotos y ya os hacéis vosotros a la idea...



Espero que no esteis leyendo esto desde el trabajo para que no sea demasiado cruel.

Esta isla se llama Manukan, está bastante bien, para que nos vamos a engañar, pero es que el fin de semana anterior habíamos estado en otra isla llamada Tioman que nos había gustado también bastante y que en la parte que estuvimos nosotros está bastante poco explotada. Así que esta, como está bastante más preparada para los turistas y con más gente en la playa, pues no nos llamó tanto la atención.

Despues de comer en Manukan nuestro siguiente destino era la isla de Sulug.


Esta isla sí que nos gustó, sobre todo porque al contrario que Manukan, es una isla que está desierta; tu barco te deja allí y le dices al señor a qué hora quieres que te recoja. Aunque la playa no era la mejor porque tenía bastantes trozos de coral y piedrecitas... que gozada, imaginaros una isla para vosotros solos sin que os moleste nadie... a mí me encantó. Luego llegaron otros tres italianos pero la isla era lo suficientemente grande para los cinco.

Pero... no todo podía ser perfecto. Al rato estábamos los dos en el agua cuando a Tomas le picó algo en el pié. No sabemos con seguridad lo que fue, hay varias teorias pero ninguna segura del todo. Lo que sí es seguro es que Tomas tiene claro que en su vida no la había dolido nada tanto como eso, y Tomas no es precisamente un quejica que
digamos. El pié se le empezó a hinchar y como las descracias nunca vienen solas, por la mañana yo me había metido en el agua con el móvil y se me había muerto (muerto pero del todo, que me tuve que comprar otro por la tarde). Por supuesto ninguno de los italianos llevaba teléfono. Así que Tomas tuvo que esperar con el dolor durante más de media hora a que viniera la barca a buscarnos.

Cuando llegamos a Kota Kinabalu fuimos al hospital y allí le pusieron muchas inyecciones y por lo menos se le clamó el dolor. Os pongo una foto del día siguiente cuando ya tenía el pié menos hinchado... a ver si adivináis cual de los dos es.


Mientras tanto, yo me di un par de paseos al hostal a por el pasaporte y el seguro médico, y más tarde a por ropa porque lo mejor era que Tomas se quedara en observación por la noche.

Pero como hasta de las peores experiencias se puede sacar algo positivo, Tomas esa tarde experimentó lo que es la hospitalidad y la amabilidad de la gente de aquí. Cuando volví por segunda vez al albergue a por la ropa y para comprarme el móvil (20€, no os penséis) la mujer del matrimonio que lleva el albergue me dijo que como a las 7 ellos se iban y pasaban por allí que me podían llevar al hospital. Cuando llegamos al hospital la mujer se bajó del coche y dijo que quería entrar a saludar y ver por lo menos qué tal estaba, y mientras el marido se quedó esperando.

Habían trasladado a Tomas a planta y estuvimos buscando donde era. No es que el hospital fuera del terceer mundo ni mucho menos, pero para las camas, en lugar de habitaciones, lo que habían eran salas grandes con camas a los lados y algunas por enmedio, como las salas que salen en las películas. Así que depués de estar un rato con nosotros, la mujer nos dijo que ya que Tomas tenía seguro porqué no se cambiaba a una clínica privada para estar más cómodo. Entonces empezó a hacer llamadas a su marido y los dos empezaron a ver cómo podíamos hacer para que Tomas se cambiase sin que dijeran nada en el hospital. Mientras Tomas hablaba con el médico, el marido aparcó y subió por si hacía falta pero el médico no puso ningún problema y lo entendió enseguida. Entonces se pusieron a averiguar donde era el mejor sitio al que podíamos ir y nos llevaron en coche hasta allí, y eso sí que no les pillaba de paso porque estaba en la otra punta de Kota Kinabalu.

Incluso después de llegar a la clínica privada se quedaron un rato con nosotros hasta que les dijimos que si querían se podían ir a casa.

Imagino que sobran los comentarios, Tomas
estaba admirado de lo bien que se portaban con él sin apenas conocerle. La verdad es que en general la gente aquí es encantadora.

Al día siguiente Tomas se vino al albergue por la mañana, compró unas flores para Tommy y Veronica (sí, los dos son chinos, como habéis podido deducir), hicimos las mochilas y cogimos el avión a Miri, que está en Sarawak, en la costa muy cerca de Brunei.

Como era viernes, por la noche fui
al aeropuerto a buscar a Zuzana que llegaba desde Kuala Lumpur, mientras, Tomas descansaba en el albergue para tener el pie lo mejor posible el fin de semana para ir al Parque Gunung Mulu.

Pero esto ya os lo cuento otro día, vamos poco a poco...

lunes, 8 de septiembre de 2008

¡¡¡Merdeka!!!


Merdeka en malayo significa "Independencia", y este año celebraban el 51 aniversario de su existencia desde que le dijeron adiós con la manita a los británicos.


Los malasios están muy orgullosos de su independencia y de su bandera, y el día 31 de agosto todos los años celebran el día nacional con algún concierto y fuegos artificiales la noche anterior y el día 31 por la mañana con un espectáculo con muchos niños haciendo todos lo mismo (en plan como los chinos en los Juegos Olímpicos pero más modesto) y un desfile en el que sacan cualquier cosa que pueda desfilar.

Todo esto os lo podía haber escrito la semana pasada, pero claro, la historia de los fuegos artificiales se merecía el honor de salir en primera plana la semana pasada. Así que la crónica de la Merdeka se ha quedado para esta.

Aunque ya tenía pensado hacer esta entrada de todas formas, el comentario de Rocío del lunes pasado se merecía algo. Por si no habéis leído los comentarios Rocío decía que:

"Por cierto, ayer escuché algo en el telediario de que se celebraba una fiesta nacional o algo así en Malasia... También cubriste el evento? jeje"

Así que mi primera foto va para ella:


Digo yo que tantos paseos a Tourism Malaysia y al Ministerio de Cultura tenían que dar algún fruto ¿no?. Conseguí estas acreditaciones con las que pude pasar al desfile hasta donde era posible y verlo bien de cerca.

Hasta ahora, en las entradas os he contado muchas historias con unas pocas fotos, pero esto creo que es mejor que os lo enseñe con fotos. Así que aquí tenéis mi crónica en imágenes del desfile de la independencia del domingo pasado.



Todos estos niños con sus gorras, si se miran desde arriba (muy arriba), forman la bandera de Malasia.


Esta es la llegada de la Guardia Real.


Y la formación para la llegada del Rey.



La llegada del Rey, todo el mundo en pié.



Este señor con bigote es el Rey,
pasando revista a la Guardia Real.




La Guardia Real se marcha para que empiece el espectáculo.



Durante el himno todo el mundo en pié otra vez.




Esto debe ser una especie de juramento muy importante,
en malayo, claro, porque todo el mundo se puso en pié y lo repetía en alto.




Hasta aquí el espectáculo de los niños sincronizados y empieza el desfile. Además de todo lo que vais a ver desfilaron bomberos, ambulancias, perros, incluso una barca con ruedas.










El Rey y el Primer Ministro.



Los deportistas olímpicos y paraolímpicos de Malasia.









Yo estaba como estos pero en el lado derecho,
en primera fila, que cogí sitio a tiempo.





Las mujeres de las personalidades están en una grada aparte, aunque sean la mujer del Rey o del Primer Ministro.



Como veis le tienen mucho aprecio a la bandera nacional, de hecho todos los días por la calle se ven muchas banderas.



El desfile termina y la Guardia Real vuelve para formar ante la marcha Rey.



Esta es la Escolta Real que acompaña al Rey.


Una vez que el Rey se ha ido la Guardia Real se marcha.


El desfile ha terminado y los participantes tan contentos.
(no sé si porque ha salido bien o porque ya ha terminado)


Cuando ha terminado no os imagináis la cola de coche oficiales que había para recoger a todos los invitados.


Con estas fotos, luego por la tarde fui al periódico más importante de Malasia (tranquilos, esta vez no he vendido nada) y estuve hablando con el editor gráfico. Las fotos están bien pero ya está, no hay nada que ellos no tuvieran (imagino), de todas formas el hombre muy simpático y dispuesto a ayudar, estuvimos hablando un buen rato y me estuvo enseñando fotos de cuando estuvo de reportero en Afganistán e Irak. Además me dió el teléfono de un amigo suyo que lleva el departamento de fotografía en una agencia nacional de noticias (como la agencia EFE malaya) para que le llamara diciendo que iba de su parte. El martes pasado estuve en la oficina de este otro hombre y he quedado con él para cuando vuelva de Borneo.

Así que por lo menos he sacado un par de buenos contactos de este día, me doy por satisfecho.


Espero que no os haya aburrido tanta foto de desfile.